La nueva normalidad será una terrible normalidad para muchos menores que vuelven a clase a sufrir el acoso del día día. Habrá jóvenes que no hayan recibido ni una sola llamada de un compañero para animar en esta dura época, al contrario, un 3,5% reconoce que ha sufrido ciberbullying. Pero los insultos, las risas y los golpes han quedado olvidados durante un tiempo al calor de la casa. Ahora les toca lo más duro, volver a enfrentarse a sus miedos, a sus acosadores, más si son menores de edad porque estos, segúin las estadísticas, sufren el acoso durante meses sin decir nada. Callados, a veces con condiciones trágicas.
El confinamiento ha trasladado el acoso escolar a las redes, lo que agudiza el sufrimiento de quien lo padece, al extenderlo más allá del grupo íntimo, convertirlo en anónimo, continúo y prolongado en el tiempo y sitúa a estudiantes del colectivo LGTBI, con discapacidad, con algún rasgo étnico o con escaso nivel económico como sus principales víctimas. Es la alerta que lanzó Amnistía Internacional coincidiendo el 2 de mayo con el Día Internacional contra el Acosos Escolar, en el que, además, Aldeas Infantiles avisó de que el uso de internet de los menores españoles ha aumentado un 10 por ciento durante la cuarentena, mientras la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (Felgbt) advirtió que «el acosador que antes estaba en el patio ahora se encuentra en Instagram».
Pero junto a esta realidad convive otra. Con el confinamiento muchos pequeños acosados, pueden esconderse de su infierno: la escuela, el lugar donde conviven sus demonios particulares. Incluso algunos, como en el caso de este joven de 11 años, no quiere salir a la calle y prefieren alejarse del horror del barrio por miedo a que le hicieran algo. Temores que obligaron a sus padres a cambiarlo de centro para evitar los golpes y los insultos que sufría su hijo. Desesperados, presenciaron hasta como intentó quitarse la vida en varias ocasiones. Porque las pesadillas perduran durante mucho tiempo y reaparecen cuando estos niños piensan en la cercana vuelta al cole. Desde la asociación No al Acoso Escolar (NACE), sus psicólogos les piden calma. Así están seguros de aprobar su asignatura pendiente: “vivir feliz y olvidar todo lo que he pasado”.