Volar en avión es más del doble de perjudicial para el medio ambiente de lo que se estimaba. Según un nuevo estudio del Instituto de Física Atmosférica de Alemania que recoge 'Independent', los rastros de vapor dejados por los aviones tienen un efecto más dañino en el clima que todo el dióxido de carbono emitido por sus motores.
Las estelas de humo permanecen en el cielo como nubes de hielo (cirros) que atrapan el calor en la atmósfera de la Tierra, una fuente no contabilizada de calentamiento no provocado por CO2 en los viajes aéreos. Y el problema se triplicará para 2050.
El vuelo de los aviones ya es el responsable del 5 por ciento del calentamiento global, con la industria lista para expandirse dramáticamente en las próximas décadas y poco interés político para frenar este crecimiento. "Es importante reconocer el impacto significativo de las emisiones que no son de CO2, como la estela cirros, sobre el clima y tomar esos efectos en consideración", ha explicado la autora principal del estudio, Lisa Bock, del Centro Aeroespacial Alemán del Instituto de Física Atmosférica.
El acuerdo de Córcega, que es el esquema-guía de la ONU para compensar las emisiones de carbono del tráfico aéreo a partir de 2020, ignora los impactos de la aviación en el clima no relacionado con el CO2. Sin embargo, el nuevo estudio activa la alarma sobre el impacto climático de las estelas. Los investigadores aseguran que las fuerzas radiactivas de las estelas aumentarán relativamente más que el aumento de CO2 porque los aviones del futuro serán más eficientes en el consumo de combustible.
Las aeronaves más eficientes reducirían la cantidad de partículas de hollín emitidas por los motores, lo que, a su vez, reduciría el impacto climático de la estela. Sin embargo, los investigadores señalan que se necesitan reducciones mayores que el 50 por ciento de disminución proyectada en el número de hollín.
En general, el tráfico aéreo será cuatro veces mayor en 2050 en comparación con los niveles de 2006, pero los aviones en general volarán un poco más alto, lo que favorece la formación de estelas en los trópicos. Norteamérica y Europa serán las zonas más afectadas, ya que en ellas se genera la mayor parte del tráfico aéreo.