Silvia sufrió durante 18 largos años palizas, quemaduras, violaciones, insultos y vejaciones por parte de su pareja y tampoco sus dos hijos se libraron del maltrato. Su agresor saldrá de la cárcel el 21 de febrero y ella tiene la convicción de que irá a buscarla. Solo su perra de asistencia Sugui le brinda algo de seguridad y protección. Es la terrible historia personal de la víctima de violencia machista Silvia González Pascual, residente en Navarra, que, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se conmemora este miércoles, ha destacado el importante papel que ha jugado su perra Sugui en su proceso de recuperación. Ya en su día entregó 125.000 firmas en el Parlamento de Navarra para solicitar que su perra de protección fuera considerada legalmente como perro de asistencia y le pudiera acompañar a todos los lugares como los perros lazarillo.
El maltratador fue condenado a ocho años de prisión, pero tampoco entonces terminó el acoso. Hizo a Silvia desde la cárcel 165 llamadas de teléfono y trató de contactar con ella y con su hija por las redes sociales. "Era un sinvivir", ha afirmado.
Al salir de la cárcel, el hombre estuvo en libertad dos años que "fueron un martirio", ha dicho Silvia, ya que el agresor rompió 14 pulseras telemáticas, continuó haciendo llamadas de teléfono e incluso le llegó "a amenazar de muerte". "Me ha dicho que, si no soy para él, no soy para nadie", ha relatado.
Una nueva condena de dos años le ha mantenido de nuevo alejado de la víctima, pero su fecha de salida definitiva de prisión es el 21 de febrero. Y en ese momento "yo sé que vendrá", ha destacado Silvia, que ha asegurado que teme por su vida. "En lo que pienso más es en mis hijos, en qué va a ser de ellos si a mí me pasa algo. No estoy tranquila", ha explicado.
Silvia ha señalado que "vivir así es como vivir un infierno, es que no tengo vida, no tengo nada". Su único punto fuerte para sentirse más segura y protegida es su perra Sugui: "Es la única que me da tranquilidad, con la que puedo salir a trabajar, puedo llevar una vida normal y poder estar como una chica normal, vivir, que es lo único que pido, vivir, no pido nada más".
A las mujeres maltratadas, ha aseverado, los perros de asistencia "nos ayudan a salir a la calle, te hacen ser tú misma, sentirte segura, sentirte mujer, es una pasada. Este animal lo que ha hecho es sentirme libre, poder ir a trabajar, poder irme con mis amigas a tomarme un café, poder ir a algún sitio a comprar, es una libertad que nos dan".
Silvia reclama un cambio legal para que se permita a las mujeres víctimas de violencia machista el acceso a lugares públicos con sus perros. "Lo único que pido es vivir, tanto yo como otras mujeres, porque, si tenemos que esperar que la justicia, los políticos o la policía nos ayuden, nos podemos dar por muertas", ha apuntado.
Tras resaltar que, en materia de protección a las víctimas, "estamos en la edad de los cavernícolas", Silvia ha considerado que "para mí, el 25 de noviembre tendría que ser todos los días, no solamente una fecha, porque a las mujeres nos matan todos los días, no solamente el 25 de noviembre".
Sugui es uno de los perros entrenados en un club de adiestramiento canino de Navarra que desde hace dos años se dedica al trabajo deportivo con estos animales, tanto obediencia como saltos y ejercicios de defensa y protección. No todos los perros valen para las mismas personas, explica uno de los adiestradores del club: "Si es una mujer muy activa, una persona joven, que le gusta mucho el monte, los paseos, hacer mucha actividad física, igual es más conveniente un pastor belga, que tiene más nivel de energía", pero, "si es una mujer un poco más tranquila, posiblemente sea mejor un pastor alemán". "Gracias a estos perros las mujeres ganan en libertad, ganan en seguridad y en ganas de volver a hacer su vida normal", ha asegurado.