El alcalde de Vigo, Abel Caballero, ha pulsado este miércoles el botón de encendido del alumbrado navideño en un acto discreto, casi íntimo, ante apenas un centenar de personas, deslucido por las restricciones sanitarias, económicas y sociales ligadas a la pandemia del coronavirus.
Un anticipo de lo que pretende ser el elemento diferenciador de las Navidades de Vigo, el de la "seguridad covid 1.000 %", nuevo mantra de Caballero.
Y así lo ha repetido en varias ocasiones durante su discurso, en el que ha empleado un tono más comedido dadas las circunstancias, pese a las cuales ha reivindicado la pertinencia de la celebración de las Navidades, para "despertar la ilusión", sobre todo de los niños, que son los que "más han sufrido" la pandemia.
Nada que ver con años anteriores, en los que, según decía el regidor, Vigo pretendía competir con Nueva York, Londres o Tokio por ver quién tenía más y las más bonitas luces.
Así y todo, ha bromeado con que el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, estaría viendo el acto por internet o por televisión, al igual que miles de españoles a los que ha lanzado un abrazo, como también a los comerciantes y a los hosteleros, y no se ha resistido a proclamar que el de Vigo es "el mejor árbol de Navidad del mundo".
Luego, ha empezado la cuenta atrás previa al encendido, en gallego y español -esta vez no se ha animado con el inglés-, la ha redondeado con vivas a Vigo y a sus fiestas y ha vuelto a pedir precaución y cautela a la población mientras atronaba por megafonía el Merry Christmas de John Lennon.
Y es que la prioridad en Vigo ha dejado de ser abarrotar sus calles. El gobierno local se ha esforzado en evitar las aglomeraciones vistas días atrás en Madrid o Málaga como un rasgo distintivo, como una marca propia.
Para ello, acotará el aforo en 62 calles del centro, que estarán controladas por cámaras y por operarios contratados al efecto, que cerrarán los accesos a las mismas con la ayuda de la Policía Local y de voluntarios de Protección Civil.
La evolución de la pandemia de la covid-19 ha ido rebajando las expectativas desde que el pasado agosto el alcalde anunciara el comienzo de la instalación de millones de luces led en busca de un nuevo golpe de efecto, cuando la segunda ola comenzaba a tomar forma.
Por aquel entonces Vigo era de las zonas de Galicia menos castigadas por el virus y por eso el gobierno local preveía desplegar todo el repertorio de luces y atracciones navideñas que ha convertido a la urbe en referente nacional de las fiestas de invierno.
Por el camino, conforme la situación sanitaria fue empeorando, se fueron cayendo del programa la noria gigante y los mercadillos -en rigor, ninguna empresa se presentó a concurso-, además de todas las actividades en recintos cerrados como el tradicional Belén instalado en la Casa das Artes o el Poblado Navideño.
Sí habrá Cabalgata de Reyes, pero estática: serán las familias las que desfilen ante las carrozas y ante Sus Majestades de Oriente.