"Mi nombre es David Díez de la Cruz y tengo un cáncer gástrico con metástasis bastante avanzado. Tengo 35 años, soy un chavalín". Con estas palabras comenzaba este joven representante del fútbol el que sería su último mensaje antes de morir.
David era consciente de que su vida estaba llegando al final y quiso grabar un vídeo de recuerdo, en especial para que su pequeña hija Leire no se olvidase de su voz: "No quiero que mi hija pierda la voz de su papá". Unas emotivas últimas palabras recogidas por el Diario Marca, que han conmocionado a muchos usuarios.
La historia de vida de este joven exjugador cambió por completo en el año 2019, cuando le diagnosticaron un tumor maligno en estado avanzado a través de una gastroscopia. La noticia le llegó en el que iba a ser uno de los momentos más bonitos de su vida: su pareja y él iban a ser padres de una niña.
En ese primer momento enfrentaron su enfermedad como una lucha que se fue complicando cada vez más. Le tuvieron que quitar el estómago, el bazo y parte del hígado por la metastasis que sufría. Parecía que por fin había llegado el final y que iban a darle el alta, pero en esa última sesión de control descubrieron que tenía que volver a empezar.
A pesar de esos difíciles momentos ocurrió algo que le aportó luz entre tanta oscuridad: el nacimiento de su hija. Ella le ha dado fuerzas para seguir cuando en ocasiones le flaqueaban, y precisamente por ella su último mensaje solo trasmite palabras de valentía: "Os recomiendo que viváis, que disfrutéis. Yo ahora mismo un paseo con mi hija es lo que más disfruto y no pasa nada".
A pesar de los dolores y de los malos días, este joven ha dado una lección con su mensaje, en el que ha tenido tiempo para agradecer a todos sus seres queridos el gran apoyo que le han mostrado y para sentirse agradecido también por el tiempo extra que pudo disfrutar junto con su mujer, con la que se casó cuando ya sabía la trágica noticia, y su recién llegada Leire.
Otra de las lecciones que el exdeportista aporta es la necesidad de naturalizar más la muerte y el cáncer, sin verlo como una cosa mala: "Creo que hay que empezar a naturalizar mucho más la muerte de lo que la gente lo hace, porque igual que me voy a morir yo os vais a morir todos".
Además, David fue muy directo sobre el mensaje que siempre se da de los enfermos de cáncer, los que parece que siempre tienen que estar 'luchando una batalla' que si mueren, pierden: "No quiero que se quede como que David luchó pero perdió. No, David convivió".
El 11 de julio finalmente la vida de este joven se apagó, pero gracias a su valentía su mensaje podrá perdurar en el tiempo, y su hija Leire podrá no olvidarse de su voz: "Todos somos del carpe diem y su puta madre, pero nadie lo utiliza. Eso sí que da pena. A día de hoy es lo más bonito que podemos hacer".