Los pequeños hospitalizados con enfermedades graves son unos de los eslabones más débiles de la barbarie que sufre Ucrania. El viernes llegaron a la base de Torrejón de Alarcón, en Madrid, los primeros 25 niños ucranianos con cáncer. Los niños ya han sido derivados a los cuatro hospitales de referencia en el tratamiento oncológico pediátrico.
“El viaje ha sido muy duro con la enfermedad que tiene, que es un tumor del cerebro. Nos han tratado divinamente. Tenemos que escapar por un loco, porque no se puede decir otra cosa, que no sé qué quiere”, cuenta Uktuima, una de las 25 madres que han llegado a Madrid con sus hijos enfermos de cáncer huyendo de la guerra. Ella ya vuelve a respirar.
“Bombardean las escuelas, los hospitales y la gente, pues, tiene que escapar. No queda otra”, continúa diciendo. El sueño de Uktuima, tras escapar del horror de Ucrania es que su hijo pueda vivir sano en su país: “Que salgamos de esto, que haya paz y que los niños se curen”.
De repente, cambiaron los hospitales por los refugios sin medicinas, sin quimioterapia, en medio de las bombas. “Mi hijo tiene leucemia”, dice una madre cuyo hijo se quedó sin medicación. Y su caso no es el único. “Mi pequeño empezó la radioterapia, pero no pudo acabarla”.
La Fundación Aladina se encarga de devolver las sonrisas y ofrecer un apoyo integral a los niños con cáncer y a sus familias y ha hecho posible junto con la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátrica (SEHOP) el milagro de que los pequeños ya estén siendo tratados en los mejores hospitales de Madrid.
“Cuando no hay medicamentos, cuando no hay suero, aquello se convierte en un auténtico caos y para nosotros en Aladina un niño es suficiente para mover el mundo”, expresa su presidente Paco Arango.
“Nos sentimos salvados”, dice una mujer. “Los médicos son muy atentos y los hospitales muy bonitos y modernos”, agradece.