Va a ser la foto del año. El mismo techo del mundo, el Everest, con atascos inauditos de humanos atrapados, unos para subir, otros para bajar, en un callejón sin salida que se llevó por delante once vidas. Es la foto que representa la moda del turismo selfi, hacerse la mejor instantánea en el mejor lugar posible. Una moda que también está acabando con el planeta.
La moda está fomentada por la sociedad del instante y el disfrute inmediato. Los diez lugares que debes visitar antes de morir, la lista de los diez países más interesantes para conocer este año, las diez localizaciones donde rodaron la serie más famosa: las listas y la moda de viajar hasta los lugares más recónditos del planeta está dejando un impacto medioambiental que difícilmente será reversible.
La Organización Mundial del Turismo publicó las cifras del turismo a nivel mundial. En el año 2018 se registraron 1.400 millones de llegadas de turistas internacionales en todo el mundo. Para este año 2019, la Organización Mundial del Turismo prevé un crecimiento de en torno al 3% o 4%.
Para los habitantes y los gobiernos estos lugares emblemáticos y su explotación se han convertido en una forma de vida. Así, facilitan al turista tanto su acceso a esas joyas de la humanidad hasta hacerla irresistible y cómoda. Son capaces de subirte a la cima de la montaña más alta del mundo o crear un aeropuerto casi en la puerta del Machu Picchu con tal de que las arcas se sigan llenando. Pero son esos mismos gobiernos los que, ya alarmados, deben poner una cuota de visitas para proteger su patrimonio y así hacerlo extensible a más generaciones. La 'gallina de los huevos de oro' llegará un momento en el que no podrá soportar la explotación.
Todos quieren ver las playas de Tailandia o subirse a lomos de un elefante (animales que está siendo explotados bajo unas condiciones de trabajo lamentables) para pasear por la selva, mientras le hacen una foto. Además de un país atractivo por sus paisajes, su precio es asequible para muchos turistas del selfi. En cifras del Ministerio de Turismo de Tailandia, en 2018 el país fue visitado por 38,37 millones de turistas extranjeros. China es el primer emisor de turismo en la zona con cerca de 10,5 millones de personas, seguido por malasios, indios y rusos. El impacto del turismo en el país está dejando cerca de unos 55.500 millones de euros en sus arcas, e imágenes como éstas.
La famosa playa Maya Bay, popular por la película protagonizada por Leonardo Di Caprio, ha llegado a recibir hasta 6.000 visitantes diarios, lo que implica que las aguas que rodean la isla estén contaminadas por el combustible de los barcos y la basura de los tsunamis de visitantes. Ante la presión de los grupos ecologistas, el gobierno decidió cerrar la playa durante varios meses al año para poder ir recuperando poco a poco el entorno, una medida que esperemos no se haya producido demasiado tarde.
Una medida parecida tomó el presidente filipino, Rodrigo Duterte, quien decidió cerrar uno de los destinos más turísticos de Filipinas, playa de Borácay, por culpa del turismo masivo.
El cañón de Fjadrárgljúfur, un impresionante paisaje islandés se ha cerrado al público después de ser invadido literalmente por los fans de Justin Bieber y los seguidores de la serie Juego de Tronos.
El lugar se hizo popular después de que se rodase la serie y un videoclip del cantante canadiense, Justin Bieber, por eso todo el mundo ha querido ir a conocerlo y hacerse la obligada foto para las redes sociales.
El Machu Picchu se ha convertido en uno de los destinos más visitados del mundo, con miles de turistas llegando a la cima del valle donde se asentó la ciudad Inca. El lugar combina naturaleza, arte e historia, por eso se encuentra siempre entre en los primeros puestos de esas listas que nos dicen dónde debemos viajar y hacernos un selfi.
Acceder al lugar conlleva una pequeña complejidad que las autoridades peruanas pretenden solventar a base de construir un nuevo aeropuerto a las puestas del Valle Sagrado, sin importarles que esto afectará la integridad de un complejo paisaje inca y causará daños irreparables debido al ruido, el tráfico y la urbanización descontrolada.
Los animales son las principales víctimas del turismo de masas irresponsable, de querer ver aquello que se ve en los documentales, pero en persona, junto con otras cientos o miles de personas. Queremos hacernos una foto interrumpiendo el desove de una tortuga, un momento tan delicado para una animal que el simple ruido le hará huir del lugar porque no lo considera un sitio seguro para dejar sus huevos, por poner un ejemplo más allá de hacernos fotos con animales salvajes pagando en muchos casos las consecuencias. La imagen sucedió en Costa Rica donde cientos de personas saltaban entre los animales mientras ellos llegaban de un viaje extenuante y buscaban la calma para dejar sus huevos enterrados en la arena.
Ya no quedan espacios salvajes donde los humanos no aparezcan con cámara en mano, hasta para el Ártico se hacen excursiones invadiendo el hábitat de animales que nunca antes han estado en contacto con el ser humano, con todo lo que ello implica.
Y a veces hay consecuencias. Durante una de esas excursiones para ver a los osos polares en su ambiente, un guardia de cruceros del Ártico mató a un oso polar por herir a un colega mientras trabajaba para turistas que visitaban un archipiélago ártico en Noruega. Las fotos del oso polar circularon por las redes sociales, lo que provocó críticas sobre el turismo en el Ártico. Pero esta foto no es solo la de la muerte de un oso polar, un emblema de los animales que vivían en libertad. Sin flashes constantes. Si el turismo selfi no respeta ya ni los lugares más recónditos del mundo, tenemos un problema. ¿Merece la pena por un selfie?