Usar los recipientes adecuados. Se deben almacenar en envases herméticos y, si es posible, que sean poco profundos para que se enfríen antes.
Plazos de tiempo. Las sobras deben guardarse en el congelador o en el frigorífico en un máximo de dos horas después de haber sido cocinadas para evitar que se generen bacterias.
Verdura. Lo mejor es dejar que se enfríen hasta alcanzar la temperatura ambiente antes de meterlas en el frigorífico. Después, hay que consumirla en un plazo de dos días. Si se van a congelar, es mejor escaldarlas primero.
Arroz. Este alimento puede ser peligroso pues si no se recalienta a la temperatura adecuada, puede provocar intoxicaciones alimentarias. Por ello, debería guardarse en menos de una hora y puede aguantar entre cuatro y seis días.
Queso. Para conservarlo, lo mejor es rallarlo y guardarlo en una bolsa para el congelador. Así, podrá mantenerse en perfecto estado durante dos o tres meses.
Temperatura. Al contrario de lo pensado, es mejor meter la comida caliente directamente en el frigorífico. Además, deberían conservarse en una temperatura por debajo de los cinco grados y ser recalentadas a más de 60.
Pasta. Las sobras de pasta pueden aguantar entre tres y cinco días en el frigorífico y hasta ocho meses en el congelador. Antes de guardarla, es recomendable echar un poco de aceite para prevenir que se apelmace.
Carne. Puede aguantar un máximo de dos días en el frigorífico. Al recalentarse, debe hacerse a más de 75 grados. A la hora de congelarla, la que mejor aguanta es la que se ha cocinado con alguna salsa.
Pan. Lo mejor es guardarlo en el congelador en una bolsa reutilizable y así puede mantenerse durante varios meses. Después, salpícala con agua y métela en el horno a baja temperatura.
Todas estas recomendaciones han sido publicadas por expertos de MuscleFood.