En casos como el naufragio del Villa de Pitanxo, el pesquero con puerto base en Marín hundido esta semana, frente a las costas de la isla de Terranova (Canadá), abandonar el barco “es una decisión que el capitán o el patrón” se piensa mucho. Siempre es la última opción porque “en la mar donde estás más seguro es a bordo”. No obstante, cuando eso ocurre, los tiempos son cortos y cada miembro de la tripulación sabe lo que tiene que hacer.
“Cada uno de los tripulantes debe llevar un traje de este tipo (señala a un traje térmico) guardado, almacenado, un sitio al que tengas fácil acceso. Hay que tener en cuenta que una emergencia puede surgir a primera hora de la mañana, por la tarde o, incluso durmiendo…”. Precisamente, los supervivientes del trágico naufragio han relatado a sus familiares que algunos no consiguieron ponerse los trajes.
Cuando ocurre el naufragio, la radio baliza se lanza y empieza a emitir una señal. En solo tres minutos los botes salvavidas deben estar en el agua y los tripulantes con la equipación puesta: “Debes sacarlos de la bolsa y vestirnos en dos minutos”.
Estos trajes especiales que son obligatorios y cuyo uso puede evitar la hipotermia. Permiten aguantar hasta 6 horas en aguas tranquilas, entre 0 y 2 grados centígrados, aunque también hay diferencias entre ellos: “pueden llevar la ayuda a la flotabilidad incorporada o no. En el caso de que no la lleven, tienen que ser capaces, además, de ponerse con el traje puesto, un chaleco”.
Pero no sólo previenen la hipotermia, sino también los cambios bruscos de temperatura o la mejora de la capacidad pulmonar al reducir el esfuerzo.
“Existen varios convenios internacionales que son los que dictan y obligan a las embarcaciones, a los buques, este tipo de equipación” y es algo con lo que los marineros están familiarizados ya que deben pasar una serie de ejercicios periódicos, mensuales o semanales, aunque la verdadera prueba siempre será, la de la vida real.