La tosferina, accesos de tos bruscos, es una enfermedad que afecta predominantemente en el ámbito infantil. Se trata de una infección respiratoria aguda muy contagiosa que se produce por una bacteria llamada Bordetella pertussis, según recoge Cinfasalud.
Esta enfermedad afecta de manera importante a lactantes pequeños, aunque se va dando en mayor medida en adultos. Puede causar graves complicaciones, incluso la muerte. La vacuna para esta patología se aplica en primer lugar a las madres embarazas y después al bebé durante su primer año de vida. La vacuna de la tosferina, en nuestro país, se realiza a los 2, 4 y 11-12 meses de edad, con un refuerzo posterior a los 6 años y una dosis final a los 14 años. El haber pasado enfermedad no quiere decir que no la podamos volver a sufrir.
La bacteria Bordetella pertussis infecta solo al ser humano y entra en el organismo a través del aire. El período de incubación de la enfermedad se estima entre 7 y 10 días, aunque puede llegar hasta 21. La transmisión de la tos ferina cesa a los cinco días de tratamiento.
Los síntomas de esta infección se reconocen en tres fases, aunque su curso puede variar; la primera fase -o fase catarral-, dura alrededor de 14 días, es la más contagiosa y puede aparecer como un catarro común; en la segunda fase -fase paroxística-, aparecen síntomas clásicos de la tosferina, como accesos de tos bruscos que pueden causar vómitos, apneas en recién nacidos o fiebre alta; y en la tercera fase -o fase de convalecencia-, los síntomas van remitiendo a lo largo de semanas o meses. La tos ferina en niños vacunados tiende a ser más leve y corta.
El diagnóstico de sospecha de la tos ferina es clínico y relativamente sencillo. Se presenta como un cuadro de tos típica. La confirmación de la patología se lleva a cabo en un laboratorio a través de la técnica PCR, reacción en cadena de la polimerasa. Esta técnica detecta la bacteria, pero no es inmediata, se puede tardar hasta tres días en conocer el resultado. En cuadros evolucionados se procede a analíticas sanguíneas.
En cuanto al tratamiento, se requerirá de antibióticos para combatir esta enfermedad: azitromicina y claritromicina, los más utilizados. La administración precoz de estos fármacos puede reducir la transmisión y la sintomatología. En caso de pacientes pequeños, puede necesitarse otras medidas como la oxigenoterapia suplementaria o llevar una dieta adaptada, entre otras.
Para prevenir la tos ferina se recomienda llevar a cabo tres medidas fundamentales; la vacunación, que se muestra como la mejor medida para el control de la enfermedad; la administración del mismo tratamiento que recibe el paciente al resto de convivientes; o el aislamiento respiratorio del paciente, hasta que cumpla al menos cinco días de tratamiento.