Las toallitas no son biodegradables por mucho que lo indiquen en el paquete, y tirarlas por el inodoro provoca muchos problemas en la red de alcantarillado y en las depuradoras. Además, el tratamiento de estos residuos es muy costoso. Para celebrar el Día Mundial del Retrete, el 19 de noviembre, se ha promovido una campaña de sensibilización sobre este tema.
Del váter a la planta depuradora, pasando por el colector. En cualquiera de estos lugares las toallitas pueden producir atascos que derivan en importantes daños para las infraestructuras públicas. El impacto económico supone en España 5 euros por habitante y año, lo que se traduce en 230 millones de euros de gasto al año. Cada persona vierte por su inodoro 10 kilos de residuos sólidos anuales.
Al arrojar elementos de higiene íntima, bastoncillos y toallitas por el retrete, se dañan redes de alcantarillado, equipos de bombeo y estaciones depuradoras de aguas residuales. Cuando alguno de estos productos se cuela en las tuberías de la planta depuradora, provocan atascos y pueden llegar a obstruir los filtros. Cuando llueve torrencialmente, el agua del alcantarillado coge velocidad y arrastra las toallitas con tanta fuerza que pueden llegar a bloquear el sistema e incluso colarse en la depuradora.
Estudios como el que realizó la OCU han demostrado que las toallitas que se venden como alternativa al papel higiénico húmedo, no se desintegran como el papel higiénico, por lo que no deben tirarse al inodoro aunque lo diga el envase. Estas toallitas no están hechas de celulosa al completo, lo que dificulta su descomposición y además contaminan el agua con los microplásticos que contienen. Además, las actividades de mantenimiento, tratamiento y depuración de aguas residuales se encarecen entre un 10 y un 15% por este motivo.
Por todo esto, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento ha promovido una campaña de sensibilización llamada ‘No alimentes al monstruo de las cloacas’. El objetivo es concienciar a la ciudadanía sobre el uso correcto del váter para no convertirlo en una papelera. Así, según resume el presidente de la asociación, Fernando Morcillo, “al inodoro solo hay que verter las tres “p”: pipí, popó y papel higiénico, nada más”.