Pocas víctimas de una agresión sexual dan la cara y muchas menos tan solo una semana después de sufrirla. Gisela, de 19 años, ha demostrado una valentía asombrosa al dar la cara y relatar los hechos que sufrió la madrugada del 18 de noviembre en un local nocturno de Talavera de la Reina.
La joven se quedó tomando la última copa con dos de sus amigas, el propietario del bar y un empleado, según Gisela, cerraron la puerta del bar y apagaron las luces. Lo que ocurrió detrás de la barra solo puede relatarlo con lágrimas en sus ojos empañados de dolor, miedo y asco. Al salir se quitó la ropa y se puso a llorar. Tardó dos días en denunciar, porque dice que le daba vergüenza, incluso se sentía culpable.
Hoy 11 días después, su presunto agresor está en libertad con una orden de alejamiento y la policía analiza las cámaras de seguridad del local para ver qué es lo ocurrió entre esas cuatro paredes.
Gisela intenta día a día recuperarse de las secuelas, como ella dice, las física ya están desapareciendo, las psíquicas le duraran toda la vida. Su futuro dice que lo visualiza como una pared, que no deja que nadie le roce, ni siquiera le apetece ver a sus amigos. Este es su relato, de cómo unos minutos en una noche, pueden marcar la vida de un joven de tan solo 19 años.