Este 8 de marzo habrá dos manifestaciones feministas en Madrid, separadas física e ideológicamente. Una, convocada por la Comisión 8M, el movimiento que ha organizado estas marchas desde los años 70. La otra, por el Movimiento Feminista de Madrid, integrado por decenas de asociaciones como la Federación de Mujeres Progresistas o la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres.
Las dos marchas serán a la misma hora, las siete de la tarde, pero tendrán un recorrido distinto. La principal y que se prevé sea la multitudinaria partirá de Atocha y acabará en Colón, mientras que la del Movimiento Feminista saldrá de Cibeles y terminará en Plaza de España.
Una doble convocatoria que evidencia de nuevo la falta de unidad en la que ha entrado el movimiento en los últimos años. "Para nosotras es realmente una pena que esto suceda, porque dentro del feminismo hay diversidad de posturas ante determinados temas, pero deberían prevalecer las ganas de trabajar juntas", dice a NIUS Arantxa López, vocera de la Comisión 8M.
Discrepa, sin embargo, Tasia Aranguez, jurista de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres. "Pena ninguna, lo que no podemos es participar en una manifestación en la que se hacen reivindicaciones contrarias a la agenda feminista", sostiene. "La agenda feminista existe y en los últimos años se han empeñado en no incluir en el manifiesto del 8M algunas de sus reivindicaciones fundamentales".
Tres son los asuntos de la polémica: sus diferentes posturas frente a la prostitución, la gestación subrogada y la autodeterminación de género que contempla la Ley Trans. "Entendemos que quienes defienden la regulación de estas medidas y no su erradicación no son feministas", espeta Aranguez. "No podemos salir juntas a la calle".
Aquí la división ahonda en torno a abolir o despenalizar la prostitución. Una parte del movimiento feminista se inclina a favor de la regulación para que se puedan proteger los derechos laborales de las prostitutas. "Dentro de la Comisión del 8M hay diferentes posturas, no hay consenso, hay abolicionistas y hay pro-derechos, por eso hemos preferido centrarnos en lo que nos une y es en una denuncia clarísima contra la trata y la explotación", explica López.
En el manifiesto que la Comisión ha elaborado para el 8M se han limitado a pedir "una legislación que busque soluciones que no pasen solo por la tipificación de delitos y el aumento de las penas", sino que "que persiga eficazmente la trata con fines de explotación laboral y explotación sexual".
El Movimiento Feminista aboga, en cambio, sin fisuras, por la abolición de la prostitución. "Nos parece intolerable y denigrante esta forma de violencia y de explotación de las mujeres. Las convierte en esclavas sexuales, es una violencia machista que no se puede tolerar", arguye Aranguez.
"Además en los países donde se ha regularizado la prostitución solo ha servido para legitimar a los proxenetas", explica la jursita. Se ha visto en Alemania, en Holanda, donde no se ha reducido la trata, sino todo lo contrario. El discurso que blanquea esta práctica desarma a las mujeres víctimas de trata, las deja sin posibilidad de defenderse, porque cuando llegan engañadas no pueden si quiera denunciar porque es una actividad legal en ese país", explica la jurista.
"Lo que hay que hacer es castigar al proxeneta, concienciar a la población de que todo consumo de prostitución es contrario a los derechos humanos de las mujeres. Y a las mujeres que son víctimas de prostitución considerarlas víctimas de una forma más de violencia machista, de modo que puedan acceder a un sistema integral de ayudas y, por supuesto, regularizar su situación de extranjería. Es decir, no estamos defendiendo castigar a estas mujeres con multas bajo ningún concepto. Todo lo contrario. Lo que estamos defendiendo es que se les ofrezca un trabajo digno, una inserción laboral, una inserción social, todo eso es lo que en Suecia o en Francia se les ofrece, que son los sistemas abolicionistas con una legislación que realmente funciona", defiende Aranguez. "El Gobierno ha prometido una ley para la abolición de la prostitución, a ver si es verdad y llega pronto, porque las víctimas ya no pueden esperar más".
El debate sigue abierto, para otra parte del feminismo la abolición no consigue erradicar la prostitución. "En Suecia, por ejemplo, no se ha eliminado la demanda, solo se ha desplazado a terceros países. Lo que se ha conseguido es clandestinizar a las mujeres que se dedican al trabajo sexual".
La Ley Trans elaborada por el Ministerio de Igualdad recoge la libre autodeterminación de género. O lo que es lo mismo, que cualquier persona pueda cambiar su nombre y su sexo en el registro civil a partir de los 16 años con solo una declaración expresa sin el visto bueno de un médico.
En la Comisión 8M lo apoyan. "Nunca hemos tenido la menor duda de que la autodeterminación del género es un derecho humano", subraya Arantxa López. "Y en cuanto a la Ley hay que enfatizar que muchos de los derechos que se están pidiendo en realidad llevan años en vigor en diferentes comunidades autónomas, incluida la autodeterminación de género, que si no me equivoco está vigente ya en 13", destaca. "Estamos hablando de derechos fundamentales que llevan años reclamando las compañeras trans y que no son debatibles".
"Nosotras queremos apelar a todas las mujeres, incluir a todas las mujeres, no "borrarlas". "El sector que dice que esto borra la figura de la mujer no entiende que aquí de lo que se trata es de que todas las mujeres que se identifican como mujeres son mujeres. Las mujeres trans sufren las mismas discriminaciones por el hecho de ser mujeres y, además, por ser mujeres trans. Se trata de derechos humanos, no hablamos de privilegios", incide.
Pero ese otro sector del feminismo rechaza la norma por completo. "Las leyes que permiten que cualquier varón pueda autodeterminarse mujer con su palabra como único trámite necesario ponen en peligro los derechos de las mujeres y las niñas basados en su sexo. Nosotras, como feministas, no podemos permitir que el género se introduzca en las leyes como una identidad y se proteja por encima de la categoría sexo", defienden desde la Alianza contra el Borrado de las Mujeres.
"El género es un instrumento que favorece y perpetúa la situación de subordinación en la que nos encontramos las mujeres. Por eso, admitirlo como identidad implica esencializarlo, anulando por completo las posibilidades de luchar contra las imposiciones que conlleva".
Para que todo el mundo lo entienda, "el género no es una identidad, el género es el conjunto de mandatos sociales que nos constriñen tanto a los hombres como a las mujeres. Y lo que hay que hacer es una educación igualitaria. Pero no decirle a una niña que si le gusta jugar al fútbol, trepar a los árboles y está harta de ponerse falda es que quizás es un niño atrapado en un cuerpo de niña, y que la vía mejor es que se ampute los pechos y se hormone. Pues no, nosotras no estamos de acuerdo con esa aproximación, aclara Tasia Aranguez. "Estamos confundiendo sexo y género".
La gestación subrogada se ha convertido en otro de los temas de inflexión o de ruptura del movimiento feminista no solo en España, también a nivel internacional. Existen posiciones divididas en cuanto a si el acto de delegar en otra mujer -de una clase social, país u origen étnico a menudo distintos- la gestación de un niño, es un proceso que tiene que ver con la autodeterminación del cuerpo femenino o si, por el contrario, se trata de un medio de explotación y alienación patriarcal. Entre estos dos polos oscilan múltiples matices y posturas.
Las diferencias empiezan ya con la forma de designar esta práctica. Desde la Comisión del 8M se inclinan por llamarlo gestación subrogada pero el Movimiento Feminista de Madrid rechaza este término. "No nos gusta porque parece que la gestación es un proceso desvinculado del cuerpo de la mujer y de la propia identidad de la mujer, de su propia naturaleza. Es decir, parece que esa gestación es una especie de proceso industrial que se realiza fuera del cuerpo, como algo que se puede extraer de ella y comercializar. Nos cosifica, cosifica a la mujer, nos convierte en una especie de máquinas que son vendibles", dice Aranguez.
"Por eso creemos que el término vientres de alquiler logra mostrar con más nitidez lo que se hace realmente que es alquilar un vientre. Cuando se dice gestación subrogada parece que lo que yo estoy vendiendo es la gestación, y no, estás vendiendo la voluntad completa de una mujer y estás impidiendo que ejerza sus derechos durante el tiempo que dure el embarazo y posteriormente", añade. "Porque no puedes cambiar de opinión, si lo haces tienes que pagar una indemnización a los compradores", resalta, te están arrebatando el derecho a abortar o a que te puedas quedar con el bebé que ha salido de tu vientre, ni siquiera puedes acceder a una custodia compartida con ellos, con los compradores, te quitan al bebé aunque tú cambies de idea. No se puede desposeer de esos derechos a la madre biológica", denuncian.
Desde la Comisión 8M reconocen que dentro de su colectivo "hay diferentes sensibilidades respecto a este tema, las que piensan que no deja de ser un producto capitalista en el cual se comercializa con los cuerpos de las mujeres", explica Arantxa López, pero también están las que defienden una cierta regulación que proteja a las madres y también a los niños. "Lo cierto es que es un debate que aún no hemos abordado en profundidad, por eso no está dentro de las reivindacaciones para el próximo 8 de marzo", sentencian.