En la madrugada del sábado 24 de octubre al domingo 25, los relojes se van a retrasar una hora, por lo que a las 03:00 volverán a ser las 02:00. Una vez más, la ciudadanía se topará con uno de los cambios de horario más bruscos del año: una hora más para dormir, pero menos horas de luz. A pesar de los debates sobre la conveniencia o no de esta medida, aún este año los relojes se seguirán retrasando una hora.
Y si hay más tiempo para dormir, ¿por qué muchas personas se encuentran apáticas, irascibles e irritables? Porque el cambio de hora afecta al estado de ánimo, explica Diego Redolar, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
"Las personas tenemos una especie de reloj biológico que viene regulado, entre otras cosas, por la luz del día, que favorece esa regularidad en los ciclos de vigilia y de sueño en nuestro cerebro", añade María José Acebes, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
"Cuando se sufre un cambio de hora brusco, en los viajes o con el cambio de hora, por ejemplo, ese reloj biológico se desajusta, se encuentra desfasado y necesita un periodo de adaptación", explica la experta.
¿Cuánto tiempo necesita para adaptarse? En realidad, como regla general muy poco, tal y como explica Redolar: "Por cada hora de desfase horario se necesita un día de adaptación". Así, el miércoles 28 de octubre ya se debería estar totalmente adaptado al nuevo horario. Sin embargo, esta no es una regla exacta y hay quien requiere más tiempo, como los niños, las personas con ciertas patologías y los mayores.
De este modo, vemos que enfrentarse al cambio de hora no es una tarea sencilla para todo el mundo. Dependiendo de diversos factores como la edad, el ritmo de vida que cada cual tenga o por su propia naturaleza, algunos sentirán en menor o mayor medida alteraciones por este cambio horario.
Los perjuicios del cambio horario suelen ser leves y de carácter transitorio, para minimizar este despiste general podemos tener en cuenta una serie de consejos y recomendaciones que difunde la Asociación para el Autocuidado de la Salud (ANEFP):
El cambio de hora empezó a generalizarse a partir de 1974, a partir de la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.
Si bien, desde la aprobación de la Novena Directiva por el Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión en enero de 2001, el cambio se aplica con carácter indefinido. La Directiva está incorporada al ordenamiento jurídico español por Real decreto 236/2002, de 1 de marzo.
El cambio de hora se efectúa siempre el último domingo del mes de octubre en el caso del horario de invierno, cuando el reloj se retrasa una hora, y el último domingo del mes de marzo, cuando se adelanta una hora el reloj y comienza el horario de verano.