No es Marte, es el Estrecho: los satélites europeos captan el valor ecológico de la región
Los satélites Sentinel-2 de la ESA toman una espectacular fotografía enf also color del Estrecho
Dado que las plantas reflejan más el infrarrojo cercano utilizado en la fotografia que el verde, las masas forestales se tiñen de rojo brillante
El programa Sentinel-2 está destinado a la vigilancia medioambiental
Veintiocho de octubre del año pasado. Mientras aquí abajo entramos en la tercera ola de la pandemia, a más de 780 kilómetros de la superficie del planeta, uno de los dos satélites de la misión Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA), fotografía la Tierra utilizando una innovadora cámara multiespectral de alta resolución. Tiene 13 bandas espectrales que aportan una nueva perspectiva de la superficie terrestre y la vegetación. Su ojo abarca franjas de 290 kilómetros de ancho, su resolución aprecia detalles de diez metros.
En esos momentos utiliza una combinación de bandas que incluye el infrarrojo cercano. Está sobre el Estrecho de Gibraltar, y el resultado, lo ha dado a conocer la ESA este fin de semana. Si no fuera por su inconfundible orografía podríamos pensar que estamos ante una fotografía de un sonda en Marte. El rojo invade el área. Impresiona, pero ese rojo es en realidad un frondoso verde a ambos lados de esa franja de mar que separa Europa y África.
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Ese rojo es en realidad un frondoso verde a ambos lados de esa franja de mar que separa Europa y África.
Resulta, cosas de la física, que las plantas reflejan mas el infrarrojo que el verde al usar esas bandas espectrales. El resultado es que las zonas densamente pobladas de plantas y árboles, aparecen en la fotografía en un rojo brillante. Pero hay más cosas en esta espectacular panorámica de el extremo sur de nuestro país y del norte de Marruecos. El ojo de Sentinel-2 es capaz de ofrecernos la imagen de los barcos que surcan el Estrecho, de las ciudades de ambos lados reflejadas en tonos grises, del mar en un tono azul oscuro, casi negro, y de las aguas costeras y de embalses en azules más claros provocados por su turbidez.
Toda una lección de geografía física y humana. También de vigilancia medioambiental. Porque en eso trabajan, en la oscuridad, a 270 grados bajo cero, los dos satélites de Sentinel-2. En vigilar el crecimiento de las plantas, en proporcionar información útil para las prácticas agrícolas y forestales, en mapear el estado y los cambios de la superficie terrestre, y en alertar, llegado el caso, de la contaminación en lagos y aguas costeras. Esa es su misión. Para ellos la belleza de lo que observan no existe. Nosotros sí podemos apreciarla.