Pablo Sierra, el joven desaparecido en Badajoz el pasado dos de diciembre, podría haber sufrido una agresión. La policía ha encontrado restos de sangre en su móvil y ahora se estudia si pertenecen a él. Su teléfono apareció tirado a unos tres kilómetros de distancia del último punto en el que vieron al joven. La investigación se centra ahora en analizar las cámaras de vigilancia para tratar de reconstruir qué ocurrió la noche del día de su desaparición, cuando se le perdió el rastro.
El móvil ha sido la pieza clave de la investigación hasta ahora. Fue hallado en la ribera del Guadiana, alejado del lugar en el que se vio a Pablo por última vez y de la residencia universitaria donde se alojaba. En concreto a siete kilómetros de distancia.
Las labores de búsqueda terrestre siguen paralizadas. Ahora, los agente se centran buscando indicios que aclaren qué hizo Pablo en las horas antes de que se le viera por última vez y para ello están analizando las cámaras de seguridad de la ciudad. Su familia, mientras, insiste en que no se ha ido de manera voluntaria.
Recientemente se ha sabido que el joven iba a coger un taxi a las dos de la madrugada para regresar a su residencia, según informa 'El Español'. Recorrió parte del camino con un amigo que desconoce si llegó a subir o no al vehículo. Otra versión sobre los últimos pasos que dio Pablo para regresar a casa es que este cogió un autobús. Los investigadores ya han rastreado las cámaras de línea 9, la que tendría que haber cogido de regresar en este medio a su residencia- y de las zonas por las que el joven se movió supuestamente esa noche.
Pablo Sierra es de complexión atlética, mide 1,75 es moreno y de ojos marrones. En el momento de su desaparición llevaba camisa azul, pantalón vaquero, chaqueta azul y zapatillas blancas.
La Policía Nacional se ha hecho cargo de una investigación de la que no dan muchas pistas para no entorpecer el trabajo, aún así, pide colaboración ciudadana por si alguien ha visto a Pablo.