Es hora de hablar del sexting y de sus peligros, pero también de la catadura moral de nuestra sociedad. "El caso de Verónica es un ejemplo claro de cultura machista, de un vídeo sexual de una mujer que aún se ve como algo dañino por esta sociedad. Es un machismo de hombres y mujeres, porque aún se ve al hombre como machote y a la mujer como otra cosa en lo referente a las relaciones sexuales. Esto solo se va a acabar si la gente ve que no solo puede arruinar la vida de la persona sino también la suya cuando divulgue un vídeo de este tipo. En el caso de Verónica, si en vez de comentarios y cotilleos y malas miradas los que hubieran recibido el vídeo hubieran reaccionado dando apoyo y protección a la víctima, el desenlace podría haber sido otro. No se habría sentido acosada", destaca el experto Borja Adsuara en declaraciones a Informativos Telecinco. El problema en este caso es, además de aclarar todas las circunstancias es que Verónica no denunció.
La divulgación de vídeos sexuales se ha convertido en un factor de riesgo que puede costar la vida. Es el triste caso de Verónica, que con dos hijos pequeños de nueve meses y cuatro años de edad decidió quitarse la vida al propagarse como un relámpago en el entorno de su empresa un vídeo sexual grabada con una pareja anterior a la que ahora era la suya. No pudo soportarlo. Ahora, todos es consternación entre los compañeros y por parte de una empresa, señalada por CCOO, pero lo cierto es que el vídeo pasó de móvil en móvil. Y no sale gratis.
Tiziana Cantone se suicidó con solo 31 años. No pudo superar la vergüenza y el dolor y se ahorcó en la casa que compartía con su madre en un pueblo de Nápoles. Nunca se perdonó haber enviado el vídeo. La mujer comenzó a recibir miles de insultos, comentarios de todo tipo en su cuenta de Facebook de cientos de personas a las que no conocía.
En los meses sucesivos a la difusión del vídeo, tuvo que dejar su pueblo y se fue a otra ciudad con la esperanza de que el asunto fuera olvidado. Cantone pidió amparo a la Justicia exigiendo el derecho al olvido para que las autoridades forzaran la retirada del vídeo, pero los jueces decidieron en su contra. Alyssa Funke era una destacada estudiante de química de la Universidad de Wisconsin-River Falls, EEUU. Se quitó la vida en 2014 al difundirse un vídeo porno y no parar de recibir insultos en las redes. Se disparó con una escopeta.
El caso de Olvido Hormigos es radicalmente distinto. En este caso un vídeo íntimo la puso al límite, acabó con su carrera política, pero ella al final logró dar la vuelta a su notoriedad y se convirtió en una estrella de la televisión. Gestionó su drama, pero a nadie hay que obligarle a llegar a ese extremo.
Como señala el abogado Carlos Carretero, "si hay consentimiento tiene una pena más baja que si no hay consentimiento. "La persona que descubre el vídeo y lo difunde puede conllevar penas de prisión”, apunta por su parte Daniel Sánchez, abogado penalista. "Podemos hablar de hasta 4 años de cárcel para quien participa en su difusión", señala, pero no es lo mismo ser el difusor del vídeo sin autorización que reeenviarlo. En el caso de Verónica no hay denuncia previa. Otra cosa son los delitos contra la integridad o de acoso.
Como señala Borja Adsuara, "no se puede juzgar un delito sin saber los detalles, pero en el caso de Verónica vemos claramente una situación de acoso". El art 173.1 detalla el delito contra la integridad moral, y va de seis meses a dos años de prisión, mientras que el art.169 contempla el de amenazas o coacciones. En el delito contra la intimidad la pena puede llegar hasta los 5 años de prisión si se exige una cantidad u otra acción por no revelar el vídeo. Y de seis meses a tres años si no se consiguen esos objetivos. Por otra lado está el art. 197.3 que incluye la revelación de secretos. Hasta 2015 tenía que haber acceso ilegal del vídeo para que fuera un delito, pero ahora mismo no. Por eso en el caso de Hormigos no hubo penas. Ahora, con el cambio de ley para acabar con la pornovenganza si el vídeo se consigue con consentimiento, pero se difunde sin la autorización de la víctima hablamos de penas de entre 3 meses y un año.
"En el caso de Verónica hablamos de un vídeo destinado a humillar", así que los que lo difundieron incurrieron en un acoso, porque la sociedad ve estos vídeos como algo de censura social, en este caso se hace más escarnio cuando es una mujer. Un claro caso de violencia machista", según Adsuara. El delito contra la integridad moral está penado con hasta 3 años de cárcel.
Como señala el psicólogo, Guillermo Fouce, "estos vídeos se pasan, se hacen virales, pero no nos damos cuenta de que detrás de las imágenes hay personas·. Detrás de esto concurren varios factores. El primero de ellos es que "tenemos un problema porque no distinguimos entre vida pública y privada, no pensamos en el impacto que tiene. No pensamos desde un punta de vista ético. Cuando algo se hace vital lo compartimos y no pensamos nunca quién está detrás".
Como explica Fouce es un enorme riesgo en el que incurren cada vez más jóvenes que "no ponen barrera entre lo público y lo privado. Jugamos con el dedo de manera inmediata, banalizamos todo. Pensamos que nada genera daño, pero compartir un contenido sexual privado sí que lo hace. Cuando mandamos algo a un círculo privado y luego lo ves expuesto, si lo que se ve no es favorable, sentimos vergüenza, pensamos cómo nos van a ver y valorar. Es entonces cuando se produce un sentimiento de indefensión que es complicado de gestionar, porque hoy cuando algo es viral es difícil de controlar". Es lo que sintió Verónica y no es el único caso. Es uno de los grandes riesgos del sexting, que quita y amarga vidas.
Isabel Herrán, experta el Derecho Civil de la Universidad de Deusto, señala que en el trágico caso de Verónica, estas imágenes se grabaron en un "contexto privado". Si, como ocurre en algunos casos, la protagonista es la que ha difundido el vídeo a un grupo de personas limitado, seguimos hablando de un contexto privado. En este sentido la persona puede tener responsabilidad civil o incluso penal, dependiente de las circunstancias, porque ese material "se ha grabado en un contexto y si lo difundes eres consciente que actúas más allá de lo que la persona espera, el acto de compartir esa información conlleva una responsabilidad que se debe asumir, porque no es lo que la persona quería", destaca la experta.
Porque compartir esos vídeos va "contra la intimidad de la persona y su imagen". El error más común que cometemos es "no tomar conciencia de lo que hacemos en la vida online porque nos sentimos falsamente protegidos, lo que no queremos hacer en la plaza pública no debemos hacerlo en internet.