España presenta un "riesgo real" de sufrir las consecuencias de un tsunami, según expertos del Instituto Geográfico Nacional (IGN). El los últimos 22 siglos, la península ibérica ha sufrido el embate de este fenómeno en 18 ocasiones. El episodio más violento lo sufrió el Golfo de Cádiz en 1755 tras el terremoto de Lisboa que costó la vida a 1.200 personas y cambió para siempre la línea costera creando estructuras nuevas como la actual Isla Cristina (Huelva).
Según estos expertos, las regiones españolas más expuestas al riesgo de un tsunami son la costa del Atlántico, especialmente Huelva y la bahía de Cádiz, la costa del Mediterráneo y las Islas Baleares, si bien la recurrencia de maremotos de gran intensidad es de entre 1.200 y 1.500 años.
Por eso no es extraño que desde hace años, las autoridades andaluzas avancen en un programa para minimizar los daños a la población de este tipo de fenómenos. Según Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional del Instituto Geográfico Nacional (IGN), "la sociedad española no es consciente de que la mayor catástrofe natural sufrida por nuestro país fue el tsunami provocado por el terremoto de 1755".
Desde el año pasado, investigadores de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Huelva (UHU) han desarrollado una cartografía de vulnerabilidad de edificaciones para Ayamonte, Isla Cristina, Lepe, Cartaya, Punta Umbría, Mazagón y Matalacañas en el caso de que la costa onubense sufriera un tsunami similar al provocado por el terremoto de Lisboa de 1755.
Los expertos en el estudio reflejan que las olas avanzarían tierra adentro varios kilómetros a través de los valles fluviales, inundando las playas y los estuarios por completo y que "casi un 20% del total de la costa expuesta --442,9 km2-- quedaría inundada bajo una lámina de agua de 7,5-10 metros sobre el nivel del mar (zona de peligrosidad alta), incluyendo diversas poblaciones, espacios naturales protegidos y bienes patrimoniales de la provincia".
Así, añaden que "elementos patrimoniales como las torres almenaras, los puentes mineros de las compañías Riotinto y Tharsis o parajes de alto valor ecológico como el Parque Nacional y Natural de Doñana y las Marismas del Odiel se localizan en áreas de peligrosidad alta y resultarían dañadas".
Las masas forestales asociadas a las dunas costeras recibirían el "impacto directo de las olas, experimentando graves daños, pero atenuando la energía del evento en las zonas localizadas hacia el interior", subrayan los investigadores, que cifran en unos 80 km2 de costa los que presentan peligrosidad alta.
La cartografía de vulnerabilidad elaborada ante un hipotético tsunami de estas características en varios núcleos urbanos localizados a lo largo de la costa de Huelva muestra daños potenciales más importantes en las poblaciones del sector occidental de la provincia.
Mientras que municipios localizados directamente en la línea de costa, como Isla Canela, Isla de El Moral, o Punta Umbría, se edifican en zonas de peligrosidad alta y media, la amplia heterogeneidad del tipo de construcciones existentes en ellas derivan en Índices de Vulnerabilidad muy variables, que van de muy bajo a muy alto.
Las ciudades de Ayamonte y Huelva suponen casos distintos a los anteriores por su situación dentro de un estuario y, principalmente, por el tipo de urbanismo que las caracteriza en comparación a las anteriores. Mientras que Ayamonte posee un porcentaje de superficie relativamente alto (20%) de peligrosidad alta, en Huelva solo un tres por ciento de la superficie está edificada en zonas de peligrosidad alta.
La ciudad de Huelva y el Polo Químico e Industrial, localizado en las marismas al sur del núcleo urbano principal, se ubican en una zona de peligrosidad media en su mayor parte, con alturas de inundación variables entre tres y seis metros. En las proximidades del casco urbano las únicas zonas con peligro de quedar sumergidas bajo más de 7,5 m de lámina de agua se encuentran cerca del cauce del Río Odiel, a su paso por algunas zonas bajas de la ciudad. El sector suroriental del estuario y las proximidades del cauce del Río Tinto resultarían menos afectados.
Los paleosismólogos saben que las costas atlánticas han sufrido en numerosas ocasiones estas olas gigantes y que, pese a lo que pueda creerse, la costa mediterránea también ha sido víctima de ellas. Según Juan Vicente Cantavella, jefe del Servicio de Sismología del IGN, "en el Mediterráneo también se han registrado tsunamis de menor intensidad en 1790, 1804, 1954, 1980 y 2003, generalmente provocados por terremotos en la costa de Argelia".
Todas estas evidencias llevaron en 2013 al Gobierno de Mariano Rajoy a atender una petición del Congreso de los Diputados para encargar al Instituto Geográfico Nacional la creación de una red de alerta de tsunamis. Para los especialistas responsables de implementar esta red, "un terremoto producido cerca de la costa española podría ocasionar un tsunami que tardaría entre una hora y 20 minutos en llegar al suelo español.
Según Cantavella, cuando se produce un terremoto en alta mar, se pone en marcha un modelo de simulación que genera una alerta de tsunami en función de diferentes parámetros. Al mismo tiempo, la red de estaciones sísmicas sigue recopilando datos en tiempo real que permiten al sistema generar previsiones más precisas. Si los datos recogidos indican la posibilidad de un tsunami en la costa española, el personal de guardia de la red, que funciona las 24 horas del día, trasladará a Protección Civil una alerta de tsunami para que se tomen las medidas de prevención oportunas.
"Por último, los datos proporcionados en tiempo real por los mareógrafos del Organismo Público Puertos del Estado, que cuenta con una excelente red, nos permitirían confirmar o descartar la alerta", precisó el jefe de Servicio de Sismología del IGN.
El experto en riesgos naturales e investigador del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria, Ignacio Aguirre, está convencido de que "hay una gran amenaza de tsunami en España" y ha alertado a las autoridades de la importancia de instruir a la población para saber cómo actuar ante un fenómeno de estas dimensiones.
Aguirre sostiene que, ante la "capacidad devastadora brutal" de los tsunamis, se deben tener estrategias de preparación antes de que ocurran, "una preparación clave", con lo cual "hay que tener un conocimiento del riesgo real que existe, un cartografiado de esos riesgos para ver qué zonas se pueden ver afectadas y a partir de ahí es necesario empezar a instruir a los gestores políticos, a la sociedad en general para que tengan el conocimiento del riesgo de tsunamis y se puedan salvar vidas".
"El conocimiento es muy importante y hay dos estrategias fundamentales en el caso de los tsunamis: el planeamiento de la evacuación previo a que ocurra, con lo cual es necesario ese análisis y cartografía del riesgo, y los sistemas de alerta temprana, con protocolos para que la información de esas alertas llegue a la población", señala el experto.
En el caso de España, existe un centro de alerta de tsunami, el Instituto Geográfico Nacional, que emiten alertas a la Dirección General de Protección Civil y Emergencias pero a partir de ahí no hay un protocolo para la población.
Si bien en el caso de la península Ibérica el terremoto de Lisboa ha sido la catástrofe más grande asociada a un proceso natural en Europa, fue el maremoto de Indonesia el que ha marcado un antes y un después para la población e incluso para la comunidad científica.
"A partir del tsunami del 2004 se establecieron grupos de trabajo, se creó el sistema de alertas temprana del océano Índico, el del Caribe y el del noroeste Atlántico y Mediterráneo que es en el que está encuadrado España. Por suerte, los tsunamis tienen una probabilidad de ocurrencia muy baja pero, por desgracia, no ponemos la atención necesaria en las zonas que están amenazadas, como el sur de España".