Compartiendo el regazo de Melchor con un hermano algo llorón o con una sonrisa junto a Baltasar, los niños de Pontevedra no se podían creer que los Reyes Magos ya hubiesen llegado a su ciudad.
Poco después se les ha visto esquiando. Y, la velocidad les ha jugado una mala pasada, acostumbrados al desierto, Baltasar ha perdido su turbante y Melchor casi se cae al recuperarlo.
A Canarias han llegado por mar. Y, allí, ningún niño recordaba haberse portado mal o hacía propósitos de enmienda de última hora. “Nos hemos portado muy bien”, “me voy a portar muy bien”, repetían. Algo que sus Majestades han agradecido en Gijón.
Y, ya en España, por si hacía falta algún empujoncito, los niños no han escatimado en halagos: “Son muy simpáticos”. Aunque no han dudado en rebajar las exigencias: “Que me traigan lo que puedan”.
Donde ya han entregado los primeros regalos, que llegarán a todos, es en Granada, a los niños que están hospitalizados.