Centenares de efectivos continúan incansablemente entregados a la búsqueda de la esquiadora española Blanca Fernández Ochoa, desaparecida el pasado 24 de agosto. Fue éste el último día en el que fue vista. Las cámaras de una charcutería de un centro comercial de Pozuelo de Alarcón, Madrid, la captaron comprando. Pagó en efectivo. Después, todo cuanto se sabe de ella es que su coche fue visto en Las Dehesas de Cercedilla un día más tarde, el domingo 25, por un corredor aficionado que suele frecuentar la zona para hacer deporte. El vehículo le llamó la atención porque a esa hora no solía ver más coches. Y efectivamente, era el de Blanca. Así lo conocíamos el 1 de agosto, cuando la policía lo encontró, confirmando que el turismo, un mercedes Clase A, estaba en perfecto estado y en su interior no había ningún signo de violencia. Dentro hallaron sus chanclas, una señal de que se cambió de calzado, al mismo tiempo que la familia ha manifestado que sus botas de ‘trekking’ no estaban en casa. Sus allegados creen que se fue a hacer senderismo porque ella ya había avisado de sus planes de recorrer la zona norte unos días, pero tanto tiempo sin saber de ella desató la alarma, motivando que finalmente el día 29 denunciasen su desaparición.
Son ya muchos días de angustia sin saber nada sobre ella, y la búsqueda, rodeada por un contexto en el que reinan las incógnitas, está sumida además en un conglomerado de dificultades que están haciendo que las labores de los efectivos implicados en ella tengan que sortear múltiples obstáculos.
Tal y como explica a Informativos Telecinco José Vicente Romero Ballestero, bombero de Navarra, experto en metodología de búsqueda y coautor –junto a Manuel Jabalera Rodríguez, técnico del Grupo de Emergencias de Andalucía (GREA), y Robert Koester, una eminencia internacional en este campo que les prestó su ayuda–, del ‘Manual de Búsqueda y Salvamento Terrestre’, a la hora de abordarse la búsqueda de una persona desaparecida es fundamental hacer uso de las estadísticas y las matemáticas. “Al final, se trata de utilizar la estadística para darle más probabilidad de éxito a la operación y más probabilidad de supervivencia a la persona desaparecida”, incide. Y para poder hacerlo, es muy importante analizar el perfil y categorizar a la persona desaparecida, porque del mismo modo que se atiende a las condiciones del escenario y la zona de búsqueda, se ha de prestar especial importancia a las características del sujeto. No se procede de la misma manera al buscar a una persona joven, atlética, con buena condición física, que a un anciano con alzhéimer o a un experto en alta montaña. Mientras un sujeto estadísticamente sería capaz de andar mucho más tiempo siguiendo un rumbo concreto, otro, sin embargo, tiende a comportarse deambulando, moviéndose en círculos, en zigzag, etc. Para eso, entre otras cuestiones, sirve la estadística tras categorizar al individuo; para entender sus comportamientos, acotar áreas de búsqueda y, ante todo, encontrar al desaparecido dentro de sus probabilidades de supervivencia.
El problema es que en el caso de Blanca Fernández Ochoa delimitar el perfil o ‘categoría de sujeto’ es también “muy complicado”, como indica el experto. Sabemos que, tal como ha reconocido la familia, la esquiadora tiene trastorno bipolar, pudiendo encontrarse dentro de él no en la "fase de euforia", sino en una “fase deprimida”. Esto quiere decir que, en adición, “se tendrían que coger también estadísticas de personas con depresión”.
Y no solo eso. Blanca, la primera medallista española en deportes de invierno, también cabría en la categoría de “senderista”. Por eso, los buscadores saben que la ruta que siguió podría haber ido más allá de los senderos y los caminos marcados; que podría haberse adentrado por zonas más agrestes, siguiendo un camino que otra persona no experimentada quizás no habría decidido acometer.
Reina la incertidumbre entre los efectivos desplazados en la zona. La pista más sólida gira en torno al último punto en el que ha sido localizado el coche de Blanca, y por eso las labores de búsqueda han comenzado a abordarse peinando las inmediaciones. Policía, Guardia Civil, bomberos, equipos de salvamento y rescate, voluntarios… todos se afanan en buscar en una zona que aún no arroja indicios claros que lleven a acotarla y delimitarla.
Como en toda operación de búsqueda de personas desaparecidas, se están empleando distintos recursos, cada uno con su objetivo y propósito, para intentar encontrar a Blanca cuanto antes: desde perros que buscan el rastro de la esquiadora intentando marcar una dirección desde la que trabajar minuciosamente, a los siete drones que se han incorporado hoy a la operación para intentar cubrir zonas de difícil acceso y puntos a los que el ojo humano simplemente no llega. Dotados de cámaras de alta definición con un zoom muy potente y sensores térmicos, permiten adentrarse en lugares a los que es muy difícil llegar a pie. Y es que esa es precisamente otra de las dificultades del terreno: no solo se trabaja sobre una zona muy extensa, sino que además se hace sobre una orografía que, en sí misma, es muy compleja. En el lugar abundan los riscos y los recovecos, rocas grandes donde se generan muchas oquedades, cuevas y barrancos. La zona de los Siete Picos es la más técnica y complicada.
Además, la ausencia de pistas está forzando a los efectivos a salirse ya de los puntos marcados, explorando zonas de helechos, zarzas y, en definitiva, densa vegetación, lo cual está obligando a realizar una búsqueda palmo a palmo en algunos puntos. Además, en estas zonas, recursos como los drones pierden su auténtico potencial, dado que las imágenes captarían, en su mayoría, las copas de los árboles. Por eso su utilización se está empleando en otros puntos del extenso territorio en el que se está buscando.
Al tamaño de la zona de búsqueda, la orografía y la densa vegetación se suma además la complejidad que pueda venir dada por el clima y las condiciones de la zona. La lluvia, por ejemplo, puede ser una destructora de indicios, borrando huellas a su paso. Y en este caso, se tiene muy presente que el pasado día 26 de agosto una fortísima tormenta cayó sobre la Comunidad de Madrid causando auténticos estragos. Si sorprendió a Blanca Fernández Ochoa en plena ruta o no, es también una incógnita.
En cualquier caso, además del tiempo, que siempre corre en contra, factores como “las condiciones del viento (dirección y velocidad), la temperatura del aire o la lluvia” son muy significativos, por ejemplo, para el trabajo con recursos como los equipos caninos, porque son determinantes en el éxito de perros como los de venteo, que buscan el olor humano en una zona “batiendo un área grande” y son muy útiles, por ejemplo, “para descartar áreas”, tal y como explica José Vicente Romero Ballestero.
Por otro lado, existen distintos factores externos que han impedido tomar atajos en la búsqueda. Blanca Fernández Ochoa dejó el móvil en casa cuando salió, por lo que no sirve rastrearlo, si bien están investigando su contenido en busca de alguna pista. Además, no utilizaba tarjetas bancarias.
Así mismo, las incógnitas a la hora de reconstruir sus movimientos continúan poniendo obstáculos: se sabe que en su ordenador había mirado casas rurales en Castilla y León y en Asturias. Todas las posibilidades permanecen abiertas, se trata de un caso judicializado y bajo secreto de sumario, y según el jefe de Udyco, además de la búsqueda en la zona de Cercedilla, en la sierra de Madrid, “la investigación está abierta en muchas otra vías” y se estudian “otras alternativas”. El tiempo corre en contra y aún no hay pistas.