Desde que explotó la pandemia de coronavirus los investigadores y científicos están tratando de entender una enfermedad que era desconocida hasta ahora. Lo que está claro actualmente es que lo más peligroso de la COVID-19 es las molestias para respirar que pueden desembocar en síndrome respiratorio agudo.
Normalmente suele ser la causa que provoca la hospitalización. Dificultades para respirar y la sensación de pulmones aplastados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La mayoría de enfermos que se encuentran en peligro presentan una neumonía de alcance bilateral, o lo que es lo mismo, la forma más grave de la enfermedad, según la OMS. Los pulmones no proporcionan suficiente oxígeno a los órganos vitales y requiere de ayuda para respirar.
“Se acumulan las pruebas que sugieren que una parte de los pacientes que sufren formas severas de la COVID-19 son víctimas de un síndrome de choque citocínico”, asegura Jessica Manson, especialista en fenómenos inflamatorios de la University College Hospital de Londres, en la revista médica The Lancet.
Esta "tormenta hiperinflamatoria" fue descubierta a principio de los 2000 en medio de la propagación de otras dos enfermedades respiratorias: SARS y MERS. También se sospecha que fue lo que provocó tantas muertes durante la gripe española entre 1918 y 1919.
Las citocinas son sustancias producidas de manera natural por el sistema inmunitario para regular la acción de defensa favoreciendo la reacción inflamatoria, que es una respuesta natural de un organismo agredido.
El problema surge cuando se produce una tormenta citocínica que provoca una aceleración del proceso que desemboca en una reacción hiperinflamatoria que puede ser letal.
“Creo que la respuesta inmunitaria agresiva es lo que verdaderamente mata a los pacientes de la COVID-19, destruyendo los tejidos, pero no es una certeza. Sería necesario calmar la tormenta en los pulmones sin bajar al mismo tiempo las barreras inmunitarias de los enfermos”, responde el especialista estadounidense en microbiología e inmunología Stanley Perlman.