Todo comenzó el 31 de agosto. Un enfermo que había realizado una visita hospitalaria daba positivo por Covid-19. La residencia donde se alojaba en el Puerto de Santa María (Cádiz), que había sorteado la ola inicial de la pandemia sin contagios, comunicaba su primer positivo. No era el primer brote en residencias de la segunda ola. En Almería o Lugo había ya incidencias, que se saldaban con decenas de casos. La duda, que sin duda pasaba por la cabeza del director del centro gaditano Puerto Luz, es si seguiría los mismos pasos, o si serían capaces de evitar la propagación entre los residentes.
Ha tardado menos de quince días en resolverla. A día de hoy son ya 129 los casos, 106 residentes y 23 trabajadores. De los ancianos que han necesitado ingreso hospitalario, seis han fallecido. Situaciones similares en el Zapillo, Almería, en Outeiro de Rey y O Incio en Lugo. El virus vuelve a poner en jaque a las residencias.
"El virus está aquí, y si está aquí está en todas partes. Entonces entra en las residencias, y es una enfermedad infecciosa que, evidentemente, se trasmite", dice Cintia Pascual, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a Personas. "La diferencia está en cómo se reacciona. Hay comunidades que no tienen treinta o cuarenta infectados en una residencia como antes y hay comunidades que si los tienen. Toda España esta mejor preparada, pero hay comunidades que no tuvieron demasiado covid y que no han hecho todos los deberes que se tenían que hacer".
Hay más experiencia, más medios, hay atención hospitalaria para unos ancianos que en la primera ola murieron sin la debida atención, pero la angustia es la misma. El primer embate se llevo por delante la vida de veinte mil personas, en las casi cinco mil quinientas residencias que hay en España.
"La primera vez no hubo en el Puerto", cuenta Miguel, un gaditano cuya madre, de 93 años, está en la residencia Puerto Luz. "Cuando me dijeron que había coronavirus en el centro no me lo creía. Pensé que en esa residencia, con el cuidado que tenían, tan grande, no iba a ocurrir lo que ha ocurrido, porque ahí han tenido una precaución, vamos. Cuando nos llamaron por teléfono estábamos aquí los tres hermanos y nos pusimos a llorar".
La misma preocupación en sus directores, que ven otra vez cernirse la amenaza de la Covid-19 sobre sus centros, y afrontan uno de los trabajos más complicados en tiempos de pandemia.
"Un director de una residencia cobra alrededor de dos mil euros, con el sufrimiento de ver a las personas que tienes que proteger en peligro, con la presión de los familiares, con la responsabilidad penal, incluso, que pueden tener", enumera José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación de Directores de Servicios Sociales. "Yo he visto llorar a muchos directores de residencias, ante la impotencia de abordar una situación incontrolable"
¿Soluciones? Pues a pesar del tiempo transcurrido desde marzo, hasta octubre no habrá una nueva reunión para abordar este tema.
"La pregunta que hay que hacer, es si existen los planes de contingencia en el Boletín Oficial del Estado, con sus correspondientes presupuestos para apoyarlos. La respuesta es no, no existen, todavía se están estudiando", afirma José Manuel Ramírez.
Eso en el terreno organizativo. En el científico, se reconoce que evitar que el virus entre en las residencias es muy difícil, que el riesgo cero no existe, pero que se pueden tomar medidas para impedirlo y, si no se consigue, evitar una propagación masiva.
"Se puede evitar que entren en la residencia los que trasmiten el virus, claro, pero es muy complicado. habría que controlar serológicamente a todos los cuidadores y personal de la residencia, de forma que los que dieran una alta inmunidad estuvieran más en contacto con los residentes", analiza el virólogo José Antonio López. "También se habla de, en lo posible, de emparejar a personas que hayan pasado la enfermedad con otras que no".
Todos reconocen, sin embargo, mejores condiciones en el interior, y el entorno de las residencias, como para evitar que se repita la tragedia.
"Estamos más preparados, no tenga usted ninguna duda, si no no dormiríamos por las noches", asegura Cintia Pascual."Todo el mundo ha entendido que los mayores también necesitan ir a los hospitales. Mi única preocupación, quedo que quede claro, es que los hospitales se saturen otra vez
La preocupación está ahí. Seguirá habiendo casos, pero todo pasa, dicen, por contenerlos al máximo, y porque la atención sanitaria este disponible, y se haga de forma rápida. Se trata de no volver a fallarles a las más de trescientas mil personas que están en estos centros. Son los más vulnerables de todos los españoles.