"Si no salto por la ventana me mata", reconoce Rebeca rememorando las horas más trágicas de su vida. Su testimonio es escalofriante. Las secuelas de la terrible paliza saltan a la vista. Rebeca tiene la cara totalmente desfigurada, un ojo completamente machacado que apenas se deja ver, marcas de intento de asfixia en el cuello, el oído completamente negro de los golpes. De la joven maltratada ayer en Basauri se sabía que su novio, de 30 años de edad y con antecedentes delictivos, había sido arrestado bajo la acusación de un delito de violencia de género. Pero la realidad supera con creces lo imaginado.
"Me cogió y me tiró de cabeza contra la pared, contra la ventana, contra el sofá. No paraba un segundo de golpearme, puñetazos, patadas. Yo pensaba que no salía viva, le pedía que parara y nada. Me protegía con la almohada, pero me la quitaba y me decía que esta vez no me iba a librar", recuerda Rebeca, que quiere ser la voz de muchas otras que no tuvieron la suerte de salvarse. Me decía que no iba a salir de esta, que no me iba a reír más de él, que era una p.... Rebeca solo escuchaba insultos mientras su pareja intentaba ahogarla. Pedía ayuda pero no encontraba respuesta. "La llave de la puerta estaba echada con cuatro vueltas así que no sabía cómo escapar", relata.
Rebeca puede contar su historia de milagro. No en vano, viendo que su vida corría un claro peligro después de los puñetazos y golpes recibidos, decidió en un alarde de valentía escapar. Lo hizo descolgándose por la ventana aunque su novio la agarrara de los pies para intentar evitarlo. Al ver que los vecinos ya estaban fuera intentó simular que era ella la que quería tirarse por la ventana, pero no. El instinto de supervivencia pudo esta vez más que la fuerza bruta. Los hechos ocurrieron en el barrio de Basozelai de la localidad de Basauri.
Tal y como se desprende de la denuncia formulada por la víctima, todo empezó con una discusión que desembocó en insultos y agresiones hacia la mujer. Rebeca recuerda cómo intentó protegerse el rostro, pero en ese instante notó cómo la agarraban por el cuello. No podía respirar, pensó que todo se acababa.
Al sentir que se asfixiaba y que su integridad física corría serio peligro, la mujer decidió escapar y fue auxiliada por varios vecinos del inmueble que la dieron cobijo, al tiempo que alertaban de los hechos a la Ertzaintza. Una patrulla de protección ciudadana se hizo cargo de Rebeca, que fue trasladada al hospital de Cruces para ser atendida de las lesiones sufridas. Al mismo tiempo, los agentes arrestaban al varón bajo la acusación de un delito de violencia de género. El detenido será puesto a disposición judicial una vez finalicen las diligencias policiales. Rebeca mientras quiere ser la voz de muchas (deja entrever que es la segunda pareja que le hace lo mismo y no puede más) y sigue teniendo miedo. Reconoce que trabaja cerca de donde vive su agresor y dice que no le daría vergüenza moverse escoltada por la policía. Al menos, reconoce, sigue viva. Y espera que todo el peso de la ley caiga sobre su agresor.