Los pensionistas de Bilbao celebraban este lunes cien concentraciones en las escalinatas del ayuntamiento de la capital vizcaína reivindicando unas pensiones públicas dignas y un sueldo mínimo de 1.080 euros. Consideran que continuarán manifestándose por el inmovilismo del Gobierno y han convocado a una concentración masiva este próximo jueves en el Parlamento Vasco.
Los pensionistas deben tener en cuenta los cambios a los que se enfrentan en 2020 que ya ha puesto encima de la mesa el Ministerio de Trabajo, la edad de jubilación en España en 2019 ha sido de 65 años con el requisito de haber cotizado 36 años y nueve meses o más. En el caso de no cumplir con los años de cotización, la edad es de 65 años y ocho meses. Para el nuevo año 2020, la edad de jubilación seguirá siendo de 65 años, pero será necesario haber cotizado 37 o más años. En caso de no llegar a esos años de cotización, la edad de jubilación será de 65 años y 10 meses (dos meses más que en 2019).
En relación a la cuantía de la pensión, a partir de 2022 "la base reguladora será el cociente que resulta de dividir por 350 las bases de cotización del interesado durante los 300 meses inmediatamente anteriores al del mes previo al del hecho causante".
En 2019, ese cociente resultaba de dividir por 308 las bases de cotización del interesado durante los 264 meses inmediatamente anteriores al mes previo a la jubilación. Sin embargo, en 2020 será necesario dividir por 322 las bases de cotización durante los 276 meses inmediatamente anteriores.
En relación a la jubilación parcial, el escenario también presenta cambios. En 2019 era necesario tener 61 años y 8 meses y presentar 34 años y 9 meses cotizados. En el caso de tener 33 años cotizados, se le exigía al trabajador tener 62 años y 4 meses. En 2020, el trabajador que quiera acceder a la jubilación parcial deberá tener 61 años y 10 meses (dos meses más que en 2019) y presentar 35 años o más cotizados. En el caso de tener 33 años cotizados, se le exigirá al trabajador tener 62 años y 8 meses (dos meses más que en 2019).
A veces deseada y otras temida, la jubilación, ante todo, irrumpe en la vida de una persona introduciendo una nueva etapa de cambios. Tras años y años de trabajo, el adiós a la vida laboral y su rutina genera sensaciones encontradas que varían en función de cada persona. No todas se adaptan a su nuevo modo de vida. Cada una lo afronta de una manera, y entre ellas al menos se pueden distinguir cinco tipos; cinto perfiles de jubilados.
Así lo defiende en su ‘Estudio de adaptación a la jubilación’, incluido en su libro ‘La jubilación, una nueva oportunidad’, el psiquiatra y psicoterapeuta Bartolomé Freire, quien subraya que “la jubilación es como un pasaporte”. “Franquea el acceso a muchos lugares, pero cada uno tiene que elegir el itinerario y hacer el viaje por su cuenta”, explica. Y el problema precisamente es que no hay un mapa exacto que nos indique: “No hay un manual que se conozca para dotar de sentido personal a la nueva vida como jubilado”.
Según su estudio, los jubilados podrían dividirse del siguiente modo:
Mayoritariamente este perfil está ocupado por hombres con una vida laboral satisfactoria y con alto nivel académico. En total, constituyen el 29,3%, según el estudio.
La solución para reorientar su problema en la búsqueda de una jubilación positiva, precisa Freire, pasa por diseñar ese plan propio: “Es bueno prepararse, aunque no es imprescindible. Se puede empezar recabando información, matricularse en algún curso, inscribirse en alguna asociación”, explica.
Respecto a las personas que ocupan este perfil, que ocupan el 11,1%, el consejo que Freire les lanza es que sean “más tolerantes” ante una hipotética situación en la cual los resultados o las expectativas que tenían inicialmente respecto a una actividad en concreto no se cumplan plenamente. Algunos, dice, “deben ser más realistas a la hora de seleccionar los objetivos”.
El problema principal que experimentan las personas emplazadas en este bloque que forman el 9,3%, subraya Freire, es que corren el peligro de aislarse, ya que tienden a limitar su contacto con el mundo exterior, moviéndose tan solo alrededor de su círculo.
En el ‘Estudio de adaptación a la jubilación’, Freire señala a las diferencias de género a la hora de analizar cómo se adaptan hombres y mujeres a esta nueva etapa. Y reseñable es, en este aspecto, y entre otras cuestiones, la relevancia del rol laboral. Para las mujeres, en muchos casos, “la jubilación estaba siendo algo casi inédito en su vida”, y se presenta como una oportunidad para compensar lo que no han tenido previamente, “pudiendo satisfacer algo que en el resto de su vida había estado insatisfecho, teniendo una sensación de no haber vivido en función de sus deseos; algo que ningún hombre del estudio expresó”.
Por otro lado, esto también influye en el distinto acceso a la jubilación. En el caso de las mujeres, se prejubilan el doble que los hombres, mientras solo un tercio de estos últimos decide anticiparla.
En la búsqueda de una jubilación positiva, de una adaptación que sea abordada de la forma más apropiada, la primera recomendación del doctor Freire es que se ha de entender que el momento y la forma de acceder a la jubilación no siempre se produce como esperamos, y además, hay muchos casos en los que no se puede controlar. Por ejemplo, en casos de prejubilación. El más extremo se produce cuando la prejubilación ha sido iniciativa de la empresa para la que se trabaja, pudiendo convertirse en una cuestión dolorosa que se arrastra durante años en la adaptación a esa nueva vida de jubilado. Uno siente que la empresa ha prescindido de la propia persona, llegando a provocar que el cese de la actividad suponga un auténtico duelo. Ante eso, dice Freire, no debemos estancarnos, sino ser flexibles.
“La jubilación es un período de la vida donde la persona tiene la oportunidad de hacer lo que quiera. Lo que importa no es tanto lo que se busque, sino que tenga sentido, que responda a las necesidades de la persona y que los planes tengan sentido íntimo. Deben tener el valor de aventurarse en algún terreno novedoso, esto es estimulante y suele potenciar la creatividad de las personas”, aconseja.
No obstante, –en un momento en el que además la población de jubilados está aumentando “de forma exponencial”, calculándose que “en 2050 se va a multiplicar su número”–, señala también a la importancia de darnos tiempo: “Durante los primeros años tienen más dificultades, pero a lo largo de los años hay una adaptación exitosa”.
Con todo, cabe mencionar que España, –aún inmersa en el bloqueo político–, tiene numerosos frentes abiertos y multitud de problemas por resolver para que cualquier persona pueda siquiera plantearse disfrutar de una jubilación digna. Por un lado, empezando por lo más básico, necesitamos empleos de calidad en un mercado laboral marcado por la temporalidad, la precariedad y el desempleo. Por otro, la sociedad reclama unas pensiones dignas mientras el número de pensionistas sube y la llamada hucha experimenta una caída libre. Todo en un contexto en el que un plan para su sostenibilidad sigue brillando, precisamente, por su ausencia.
El Banco de España advertía la pasada semana de que el envejecimiento empieza a ser un problema "particularmente intenso" en España y de que la mejora del mercado laboral no será suficiente para corregir el déficit de la Seguridad Social, por lo que ha pedido mejorar los incentivos para retrasar voluntariamente la edad de jubilación y que el sector financiero y de seguros estudie opciones de productos financieros para que los mayores puedan obtener liquidez a través de su riqueza inmobiliaria.
El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce ha afirmado que aunque España elevase del 60% actual al 80% su tasa de empleo, no sería "suficiente" para solucionar el desajuste entre ingresos y gastos del sistema."La proporción entre la población de 65 años y en edad de trabajar aumentará desde el 30% actual hasta entre el 50% y el 70% en el año 2050".
Respecto a la edad de jubilación, Arce dejó claro que los retiros del mundo laboral por debajo de los 65 años representan el 40% del total y no hay un gran aumento en la proporción de jubilados de 66 años, si bien la edad efectiva de jubilación ha aumentado en algo más de 6 meses desde 2008. Según Arce, la reforma del año 2011 comportó una reducción de las jubilaciones de 62 años o menos, pero al mismo tiempo un avance relativamente importante en las jubilaciones con 63 y 64 años, si bien no tanto a partir de los 65 años.
Un análisis actuarial realizado por el Banco de España sugiere que el sistema de pensiones genera un rendimiento real esperado por encima del 2% para un cotizante con una carrera de 39 años. Tal y como está diseñado, con bonificaciones trimestrales por debajo de los 65 años y actualización de incentivos por años completos a partir de esa edad, posponer la edad de jubilación "no genera un mayor incentivo en términos de retorno".