Se estima que entre un 10% y 20% de la población en España ha sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia. En la mayoría de los casos las víctimas son niñas y casi la mitad de los agresores pertenecen al ámbito familiar.
La violencia hacia menores puede adoptar diversas formas: acoso escolar, maltrato infantil, vionecia de género, et. Una de las formas más graves de violencia hacia la infancia es el abuso sexual.
Un estudio de Save the Children hace una radiografía sobre este tipo de violencia, quiénes son las víctimas y quiénes los agresores.
En torno a un 10% y un 20% de la población española ha sufrido algún tipo de de abuso sexual durante su infancia. Esto supone entre 800.000 y 1.600.000 menores, según el estudio que recoge 400 sentencias de abusos a menores entre 2019 y 2020.
Esta forma de violencia consiste en la imposición por parte de un adulto o de otro menor de una actividad de carácter sexual a un niño o niña aprovechándose de su situación de poder para obtener una satisfacción sexual. Ante esto, los niños y niñas no son capaces de dar su consentimiento ni de comprender la situación pero sufrirán consecuencias emocionales, sexuales y sociales.
Alrededor del 84% de los abusadores son conocidos, en mayor o menor grado, por el menor. Casi la mitad (49,5%) de los agresores pertenecen al ámbito familiar. De estos, el agresor más frecuente es el padre, en el 24,9% de los casos, en el 18,8% de los casos es la pareja de la madre, típicamente masculina, el abuelo (12,2% de los casos) o el tío (6,6%).
Cuando la agresión se produce fuera del ámbito familiar, suele pertenecer a amistades o compañeros, conocidos de la familia o educadores. El estudio de Save the Children también desmonta el mito de que los abusos sexuales ocurren solo en ciertas familias y la percepción de que es fácil descubrir al agresor.
"El abuso se puede dar en todo tipo de familias y contextos, ya sea con progenitores divorciados, separados, con la tutela a cargo de un familiar o varios o de la Administración Pública", recalcan en el informe. "Además, solo en el 12,5% de los casos el agresor tiene antecedentes".
De las 400 sentencias analizadas, un 44,7% de los abusos se producen entre los 13 y los 16 años, aunque la edad media a la que se comienzan a sufrir este tipo de abusos es a los 11 años y medio. Sin embargo, en el 10,4% de los casos, estos abusos comienzan antes de los 6 años.
El porcentaje de niñas y adolescentes es un 78,9% de los casos, frente al 21,1% de niños, por lo que también existen diferencias de género.
En más del 30% de los casos, la denuncia la realiza el propio menor y el proceso es lento y no está adaptado a las víctimas. La duración media del proceso judicial es de unos 2 años y los niños deben cotar su historia unas 4 veces de media, lo que hace aumentar el riesgo de contradicciones que dificultan la credibilidad de la denuncia.
Hoy en día existen espacios "amigables para la infancia" en los que los niños víctimas de abusos sexuales son atendidos por sanitarios, educativos, policías y judiciales. Sin embargo, el sistema de justicia debería integrarse también en este espacio, para facilitar el proceso que tienen que vivir las víctimas, denuncian desde la ONG.