Poco a poco se va retomando la celebración de las bodas en toda España, eso sí, con muchos cambios. Un cura con mascarilla selló el vínculo de Esther y Jonathan, que también emplearon esta protección para darse el “Sí, quiero” en una de las primeras bodas que han tenido lugar en esta desescalada.
Son ya 12 años de historia de amor la de Esther y Jonathan. Como la mayoría en esta situación, soñaban con una boda por todo lo alto, pero la enfermedad del padre de Esther y el empeoramiento de su estado de salud les obligó a hacerlo ya a pesar de las limitaciones.
Con la llegada de la fase 3, las ceremonias nupciales podrán realizarse en todo tipo de instalaciones, ya sea en espacios al aire libre o cerrados, siempre que no se supere el 75% de su aforo, y en todo caso un máximo de 150 personas en espacios al aire libre o de 75 personas en lugares cerrados. Sin embargo, las prisas llevaron a esta pareja a preparar todo cuando La Garriga este fin de semana aún estaban en fase 1, pero lo importante era casarse por la Iglesia. “Era un sueño para mi padre y para mí”, explica la novia.
Apenas 24 invitados, los más cercanos, que en la iglesia parecían estar a kilómetros. En cada banco, una unidad familiar. Todo el mundo con mascarilla. “El hecho de no poder abrazar al salir a los familiares se hacía más duro”, recuerda Esther.
Tampoco pudieron celebrarlo con una comida al sobrepasar el límite de las 10 personas. Lo que no faltó fue el arroz a la salida de la iglesia las fotos y la foto de su beso de recién casados con mascarilla como nunca la hubiera imaginado. Un día feliz, pero raro.