Quedan pocos días para el sorteo más esperado del año, el de la Lotería de Navidad, y los nervios para todos los participantes están a flor de piel. La posibilidad de que toque El Gordo aumenta con cada décimo que se compra y hay quienes no soportarían la idea de "equivocarse" de número. Y lo que es peor, que le toque a algún familiar o conocido.
Según una encuesta realizado por Lotería Castillo, en Alacuás, Valencia, uno de cada dos jugadores moriría de envidia si El Gordo le tocase a su cuñado (46%), por encima de su jefe con un 20%. También hay recelo en que le toque a su mejor amigo (16%) y, como no, a los suegros, aunque en el menor de los casos (11%).
Tampoco hay buenos deseos para nuestros líderes políticos. La rabia no entiende de opciones ni colores. Casi el 80% de los jugadores de lotería no quiere que la suerte le sonría ni a Pedro Sánchez (42%) ni Pablo Casado (36%). Santiago Abascal e Inés Arrimadas podrían tener más suerte y menos personas se molestarían por ello. Solo un 12% y un 9% de los encuestados, respectivamente, no soportaría que resultasen ganadores.
Nervios y más nervios. Y compras de última hora. La tensión de ser los únicos de nuestro entorno que no llevan un décimo compartido aumenta las compras de última hora. Esta envidia preventiva a que El Gordo toque sólo a los demás dinamiza el 12% de las ventas en tan sólo las últimas horas, de acuerdo con datos de la citada administración.
"Mucha gente compra a última hora impulsada por la envidia preventiva. Vienen buscando esos décimos ya agotados, que se han llevado sus amigos o han vendido en el bar de su barrio". Bien lo saben en Lotería Castillo, donde cada año reservan unos 2.000 décimos para la víspera del 22, hasta dos horas previas al sorteo, y para aquellos que no han podido pegar ojo la noche antes.