Falta muy poco para que dé comienzo la primavera -oficialmente el 20 de marzo- y, con ella, entre otras cosas, la temporada de las alergias provocadas por el polen. La nueva estación es una de las más deseadas por los españoles porque suele significar la llegada del buen tiempo: días más largos, temperaturas más elevadas... y, en general, una mayor calidad de vida. Pero la admiración por la temporada de la floración y el despertar tras el largo invierno no solo es venerada en nuestro tiempo actual: históricamente se ha considerado un periodo especial, cargado de significado, sinónimo de oportunidad, crecimiento, belleza y placer. ¿Qué simboliza el inicio de la primavera?
Desde un punto de vista técnico, la primavera es una de las cuatro estaciones del año, que es precedida por el invierno y que, a su vez, precede al verano. Comienza con el equinoccio de primavera, que tiene lugar el 20 de marzo en el hemisferio norte y el 22 de septiembre en el hemisferio sur. Por este motivo, en el calendario, la primavera corresponde a los meses de marzo, abril y mayo en nuestro hemisferio, o bien septiembre, octubre y noviembre.
Desde un punto de vista simbólico, esta temporada se identifica con el renacimiento de la naturaleza, fruto del aumento de las temperaturas, del deshielo, de la floración, del fin de la hibernación y del regreso de las aves migratorias. Por eso, nuestra cultura relaciona primavera con renovación, oportunidad o primera vida.
En cuanto al origen etimológico de esta palabra, sabemos que procede del latín: la palabra para designar a la primavera en esta lengua es vēr, vēris, que procede del protoindoeuropeo *wesr̥. El comienzo de esta temporada se conocía como primo vēre ("el principio de la primavera"), lo que dio lugar, en latín vulgar, a prima vera.
Además, en la mitología griega, la primavera se asocia con el rapto de Perséfone (Proserpina para los romanos): aunque existen distintas versiones, la más extendida es la que relata que la joven fue raptada por Hades, dios del inframundo, quien se enamoró de ella y la hizo su esposa. La madre de Perséfone, Deméter, la buscó incansablemente y, fruto de su enfado y del descuido de sus tareas como diosa de la agricultura, provocó que la tierra se volviera estéril y marchita. Entonces, como solución, Zeus intervino y estableció que Perséfone permaneciera seis meses con su raptor y el resto del año con su madre. Por este motivo, los meses en que Perséfone permanece con Deméter son meses de prosperidad y riqueza de la tierra, pero los meses en que su hija está ausente (el otoño y el invierno) se vuelven desoladores y tristes.
En cuanto al clima, y en lo que respecta a nuestro país, no es casualidad que la llegada de marzo coincida con tantos catarros y resfriados: puede que tengamos muchas ganas de disfrutar del buen tiempo, pero lo cierto es que la primavera es aún un periodo inestable, normalmente cargado de precipitaciones, de algunas masas de aire frío residuales... compaginadas con periodos de incipiente calor y un aumento progresivo de las temperaturas. Tampoco son infrecuentes las tormentas.