El caso de Aitor, el joven de 24 años cuyos padres han denunciado públicamente que murió el pasado enero de 2018 debido a una negligencia del SUMMA 112negligencia del SUMMA 112, dependiente de la Comunidad de Madrid, ha abierto el debate y ha puesto en el foco los protocolos de actuación que se siguieron en su caso. Sus progenitores señalan al 112 y denuncian que se cometieron sucesivos errores cuando llamaron para alertar de que su hijo no podía respirar. El propio Aitor hubo de ponerse al teléfono, atendiendo a la petición, –por protocolo–, del médico del SUMMA. “Me ahogo. No puedo”, explicó el joven, tal como hemos conocido en un audio de la conversación que ha salido a la luz este jueves.
La respuesta del médico, ante la incertidumbre, la confusión y el miedo de sus padres fue desconcertante: “Respira perfectamente porque habla perfectamente”, dijo, preguntando sobre la posibilidad de que hubiese tomado "algo", y pese a que Aitor no pronunciaba con claridad.
Según SUMMA 112, sus profesionales actuaron “en todo momento con diligencia y profesionalidad”, de conformidad a los protocolos establecidos. Tal como indican, en una primera llamada, los síntomas aportados apuntaban a un problema respiratorio sin signos de gravedad al inicio, siendo práctica habitual que el médico regulador solicite hablar directamente con el paciente para comprobar el tipo de respiración que presenta, lo que se hizo mientras, aseguran, se movilizaba una Unidad de Atención Domiciliaria.
En una segunda llamada, indica el SUMMA 112, la situación clínica “había cambiado”, y por ello se trató como una emergencia, dado que el joven no respiraba. Se movilizó una UVI móvil, un soporte vital avanzado para casos en los que hay un riesgo vital.
Así mismo, subrayan, el médico “no se limitó a ello sino que guió al padre en las maniobras de reanimación cardiopulmonar explicando qué pasos debía seguir para hacer el masaje" mientras llegaba la UVI móvil.
La ambulancia llegó tras 23 minutos de espera, después de cuatro llamadas a Emergencias en las que se involucró otro médico de emergencias. Según los padres de Aitor, la doctora les dijo que “el cerebro había estado demasiado tiempo sin riego”. Después de que el personal sanitario consiguiese revertir la parada, como informa el SUMMA 112, fue trasladado al Hospital Rey Juan Carlos en muerte cerebral. Aitor murió cuatro días después, y hoy, un más de un año después de aquello, sus padres libran una batalla porque los procedimientos cambien: “No queremos dinero de todo esto, solo que cambien los protocolos médicos”.
Aunque está lejos de ser lo habitual, el protocolo puede fallar a uno y otro lado, y simultáneamente. Es deber de todos conocerlos, –también del ciudadano–, y proceder de forma responsable. El 112 realiza un trabajo tan complejo y frenético como vital. Sus teléfonos centralizan las llamadas de emergencia, las cuales son atendidas y evaluadas lo más rápido posible para que, en cuestión de segundos, se ponga en marcha el procedimiento destinado a movilizar los servicios de emergencia necesarios para gestionar un incidente. Sus trabajadores, en un entorno que recibe decenas y decenas de llamadas de forma simultánea (1.097.072 fueron las que recibió el Servicio Madrileño de Salud el último año, según la Memoria 2018)– tienen la inmensa responsabilidad de tener que priorizar el grado de emergencia de cada llamada. Todo en un contexto en el que el tiempo es un factor determinante del que depende, en muchas ocasiones, la vida de una persona. Por eso, con especial hincapié, es también deber de todos luchar para que no les falten recursos, para que sus jornadas estén debidamente cuidadas y reconocidas. Porque, precisamente, y al margen del doloroso caso de Aitor, cuando se producen negligencias, en gran parte de los casos están asociadas precisamente a la falta de recursos y los recortes en Sanidad.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el 112 es un teléfono de atención de llamadas de urgencia y emergencias, y por tanto debemos utilizarlo de forma racional. No se debe emplear para cualquier circunstancia.
Accesible desde un teléfono fijo o móvil de forma gratuita, lo primero que se debe hacer a la hora de llamar es, en la medida de lo posible, mantener la calma para poder expresarnos con claridad, procurar controlar los nervios y no ponerse en riesgo, esto es, protegerse y señalizar el incidente, en caso de ser necesario.
Antes de marcar el 112, como indica SAMUR–Protección Civil, cabe hacerse las siguientes preguntas:
Una vez valorada la situación de emergencia, debemos llamar inmediatamente procurando ofrecer con claridad la información más precisa sobre el tipo de incidente y la localización más exacta posible respecto a dónde se ha producido: hay que indicar al operador qué ha ocurrido, cuál es el lugar exacto, cuántas víctimas hay y en qué condiciones están. Se trata de aportar todos los datos posibles encaminados a ayudar a la ambulancia a localizar el lugar y a que los efectivos valoren la situación.
Mientras llega la ambulancia, debemos asegurarnos de mantener operativo el teléfono desde el que hemos llamado. La razón es obvia: los servicios sanitarios pueden ponerse en contacto con nosotros ante la necesidad de información adicional o bien para ofrecernos indicaciones. En caso de haber llamado desde un móvil, y por obvio que también parezca, conviene apuntarlo: asegúrate de que además de operativo, el teléfono no está en silencio.
Así mismo, debemos asegurarnos de poner en marcha las instrucciones que nos haya dado el operador. No debemos movilizar a la víctima si no se encuentra en peligro, y si hay alguien junto a nosotros, debemos pedirle que salga al encuentro de la ambulancia.
Por otra parte, es importante subrayar que también el ciudadano puede verse en una situación en la que su intervención puede ser clave para la vida de una persona. Reconocer los signos más evidentes de una patología grave, informar adecuadamente a los servicios de emergencias y saber cómo realizar las primeras maniobras de soporte vital hasta la llegada de las ambulancias puede ser una cuestión vital, tal como recuerda SAMUR-Protección Civil. Por eso, es importante dedicar un tiempo a aprender, por ejemplo, a practicar los primeros auxilios y realizar maniobras de RCP.
Cuando el ciudadano efectúa una llamada al 112 para informar de una emergencia, lo primero que intentará el operador será, tal como indica 112 Emergencias de la Comunidad de Madrid, tranquilizar a la persona que llama. El objetivo es calmarle para que se exprese con la mayor claridad posible y aporte una información precisa para que los efectivos del 112 puedan alertar rápidamente a los servicios de intervención, ya sea bomberos, servicios sanitarios o a las fuerzas del orden. Recibir, atender y gestionar la llamada, junto a movilizar y gestionar los recursos disponibles, son los dos niveles a los que se trabaja. En la sala que centraliza las llamadas, un grupo cualificado de expertos de distintas áreas se encarga de controlar y seguir las operaciones, gestionar incidencias y comprobar que todo funciona desde el punto de vista organizativo, funcional y operativo.
Después de que el operador atienda a la llamada de emergencia, se procede a realizar las preguntas necesarias para localizar geográficamente el incidente con ayuda del interlocutor. Una vez hecho esto, se procede a recabar datos que permitan precisar lo que ocurre: es lo que, como indica 112 Madrid, se conoce como ‘proceso de tipificación’.
Una vez recabada esta información, –tanto los datos de localización como de tipificación– el trabajador aplica el ‘procedimiento operativo’ preciso discriminando cada caso, esto es, aplica el plan de acción previsto para cada supuesto de emergencia.
Tras ello, el operador envía de forma telemática y simultánea las solicitudes de intervención a aquellos Servicios de Emergencia que deben intervenir y movilizarse; una operación que se realiza en cuestión de segundos y activa con la misma rapidez al resto de servicios implicados.
Por último, y en paralelo, se desarrolla la supervisión y el seguimiento de cada incidencia abierta.