Año nuevo, propósitos nuevos. Enero siempre ofrece una nueva oportunidad para hacer aquello que se nos resiste. Hay propósitos de todo tipo: sentimentales, financieros, formativos... Los más usuales suelen ser hacer más deporte, dejar de fumar, viajar más, ahorrar más, buscar pareja, tener hijos, estar mejor o simplemente ser mejores personas, que no es poco.
Sin embargo, solo un 10 por ciento de esas buenas intenciones terminan cumpliéndose. El ciudadano promedio se pone el mismo propósito diez años seguidos y el objetivo suele abandonarse a las seis semanas aproximadamente. Uno de los motivos es que la meta que nos hemos propuesto es demasiado exigente. De hecho, de los que tienen éxito, por lo general sucede tras seis intentos, lo que significa seis años de esfuerzo.
La clave está en marcarse objetivos realistas alineados con nuestro proyecto de vida. Fijar plazos para su consecución y comenzar cumpliendo los de menor complejidad para potenciar la motivación a lo largo del año.
A veces se confunden propósitos con deseos, uno especialmente compartido: el fin de la pandemia. Y con ello poder volver a disfrutar completamente de aquellos sectores más castigados por el impacto del coronavirus: turismo, hostelería y cultura.