El juez ha acordado la prórroga de la prisión preventiva para el padre y la madre acusados del asesinato de sus dos hijos, de 3 años y medio y de apenas cinco meses, en un chalet que habían ocupado en la localidad valenciana de Godella.
Según han confirmado fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, el magistrado ponente de esa causa ha acordado prorrogar durante dos años más esta medida.
Los hechos, que según lo previsto serán juzgados por un Tribunal del Jurado a partir del próximo 31 de mayo, se produjeron el 14 de marzo de 2019, cuando primero se dio por desaparecidos a los menores y después fueron hallados muertos y enterrados cerca de la vivienda.
En los días posteriores a este suceso, la madre fue objeto de varios análisis médicos para tratar de determinar si sufre alguna enfermedad mental, y finalmente al menos dos informes psiquiátricos, que ya obran en la causa, han determinado que sufre esquizofrenia paranoide, motivo por el cual está intensamente medicada.
Los hechos descritos son, a juicio del Ministerio Público, constitutivos de dos delitos de asesinato, de los que son autores materiales los padres de los menores, con la agravante de parentesco pero, en el caso de la madre, con la eximente completa de anomalía psíquica.
La abuela ya había dado la voz de alarma de que algo podía suceder con los niños. Fue un vecino quien había alertado al 112. El testigo relató que un individuo, ensangrentado y desnudo, salía de una casa de campo en ruinas y corría detrás de una mujer en Godella.
Cuando los agentes llegaron al lugar encontraron a Gabriel Carvajal. Sus explicaciones fueron bastante inconexas: que si estaban todos muertos, que si su mujer se había metido en una piscina para que sus hijos se reencarnaran en ella.
De inmediato comenzó la búsqueda. Rastrearon los alrededores de Godella, Moncada y Rocafort. Pozos, acequias y piscinas. Pronto localizaron a la madre, escondida en un bidón. Pero ni rastro de los niños. Tras un interrogatorio paciente, la joven confesó dónde estaban enterrados los pequeños. Muy cerca de donde residían. Amiel, 3 años, e Ichel, 5 meses, presentaban múltiples fracturas craneales.