Este lunes ha cobrado fuerza el debate sobre el fin de las mascarillas al aire libre, una medida de la que hablan algunas comunidades autónomas y que Fernando Simón ve problable en cuestión de días. Muchos se preguntan cómo será esa realidad sin mascarillas en el exterior, pero es una situación que ya vivimos hace menos de un año. Las mascarillas empezaron siendo obligatorias solo en determinadas situaciones.
Mayo de 2020. Tras el encierro por covid salimos de casa con la mascarilla como una recomendación, y se notaba, algunos "la llevaban en el bolsillo", "asfixiaba mucho". Después, pasó a ser obligatoria en el transporte público, luego en todo momento si no se mantenía la distancia y acabó siendo imprescindible desde agosto. "Llevamos mucho tiempo con ella y ya pesa, pesa mucho", comenta una mujer.
La cuidadosa desescalada de la mascarilla comenzaría eliminándola de los espacios abiertos. "Esta es la mejor situación, pero siempre teniendo en cuenta el cuidado con las aglomeraciones", sugiere Joan Carles March, epidemiólogo de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
Más inseguridad dan las terrazas, donde se reducen espacios y se acumulan más personas. "No estamos en una situación tan abierta para decir que nos vamos a quitar todos la mascarilla y no pasa nada", añade March. Y es que tardaremos mucho en poder quitárnosla en los interiores, donde "el poder de transmisión es medio-alto". En el debate sobre la mascarilla se mezclan las ganas con la prudencia. El empujón de una vacunación imparable aceleraría aún más su progresivo adiós.