Las posibilidades de encontrar los cuerpos de Tomás Gimeno y su hija Anna en el fondo de mar de Tenerife cada vez “son menores”. Así de tajante se ha mostrado el jefe del robot submarino Liropus 2000 que participa desde hace un mes en las labores de rescate del buque Ángeles Alvariño.
José Cubeiro, coordinador del equipo de expertos que manejan el robot submarino, ha explicado que continúan rastreando la zona que está marcando la Guardia Civil y, aunque admite que la situación es "compleja" por "la inmensidad del mar”, asegura que no se darán por vencidos y trabajarán hasta que los medios técnicos digan ‘basta’.
Los expertos desconfían "muchísimo" de que se pueda encontrar a Anna, ya que al salirse de la bolsa "las posibilidades de recuperar un cuerpo de una niña tan pequeña y en el mar son muy difíciles". "Recuperar un cuerpo sin ningún indicio de señales es muy, muy difícil", en palabras de Cubeiro.
Sobre las posibilidades de encontrar a Tomás Gimeno, que se habría lastrado al mar con un cinturón de plomos de 8 kilos, asegura que son remotas porque "nadie sabe exactamente dónde se puede localizar. La verdad es que es complejo", apostilla.
El 'Ángeles Alvariño' cumple un mes desde que inició las labores de rastreo en aguas de Tenerife para localizar a Anna, Olivia y Tomás, lo que ha provocado la cancelación de contratos que había comprometidos con el Liropus 2000.
Durante esos trabajos, el pasado 10 de junio el robot submarino halló el cuerpo sin vida de Olivia, la mayor de las niñas, a 1.000 metros de profundidad. José Cubeiro recuerda cómo vivieron ese momento. "Todos lo pasamos mal en estas situaciones. Realmente, es una situación muy difícil, pero no queda otro remedio que hacerlo".
Beatriz, la madre de las niñas, ha agradecido en una carta todo el trabajo que lleva desarrollando el buque oceanográfico. "Agradecemos esa carta y estamos bastante emocionados porque es una situación realmente inimaginable que puedan ocurrir estas cosas", afirma Cubeiro, quien asegura que han hecho todo lo que ha estado en sus manos.
El Liropus 2000 lleva más de 600 horas a entre 1.000 y 1.600 metros de profundidad y se ha llegado a decir que está al borde de sus posibilidades. A este respecto, José Cubeiro ha indicado que el fondo del mar es "muy agresivo" y la sal "hace sus estragos", a lo que hay que sumar que el Liropus 2000 no ha hecho prácticamente paradas, lo que hace que esté "al borde del colapso".