Las playas pueden ser de arena o de piedra. Es el agua del mar la que trae los sedimentos a la orilla y forma la playa. Cuanta más fuerza tiene el agua más grandes serán esos sedimentos y por tanto, más opciones hay de que la playa sea de rocas. De arena o de piedras, todas las playas tienen ventajas e inconvenientes.
La playa de arena suele ser más blanquita y limpia. Es ideal para ir con niños porque es más fácil caminar con ellos por la arena –aunque a las horas del mediodía suele quemar mucho-. Además los pequeños pueden jugar con el cubo y la pala y hacer castillos o jugar al futbol o las raquetas si la playa es extensa y no hay mucha gente.
El inconveniente principal es que estas playas son muy incómodas si hace viento. Este nos echa la arena encima si es muy fuerte y, a veces, es imposible estar en ella. Si no que se lo digan a los gaditanos en días de viento de Levante.
Las playas de roca son ideales para quienes odian la arena. Estas playas son más limpias. No nos manchamos los pies, ni la comida si hemos ido a pasar el día a la playa, ni se nos llena la toalla de arena, ni nos molesta el que pasa por nuestro lado corriendo. Además, las rocas pueden ayudarnos a sujetar la toalla y que no se vuele.
Entre los inconvenientes de las playas de piedras es que es más difícil andar por ellas. Para familias con niños muy pequeños pueden no ser ideales. Además, a la hora de entrar en el mar es más difícil y doloroso para nuestros pies. Quién no se ha caído alguna vez al entrar en el agua en una playa de rocas. Es más, si hay mucho oleaje puede que nos golpeemos con las rocas del fondo.
Es recomendable llevar a las playas de rocas chanclas o escarpines.
Por ultimo hay que señalar que cuando vamos a una playa rocosa, cuando volvemos a casa no dejamos arena en el coche. Tampoco llegamos a casa con kilos de arena en las toallas, juguetes de los niños, en la bolsa o pegada al cuerpo.