La importancia de los 'Pepos' para las víctimas de violencia machista: "Cuando llegó a casa mis hijas empezaron a dormir"
Rubén Fernández
26/02/201907:19 h.Creado en 2009 por Ángel Mariscal, adiestrador de perros, el denominado proyecto PEPO, llevado a cabo por su organización –la Fundación Mariscal– en colaboración con la empresa de adiestradores caninos ‘Security Dogs’, es hoy un mecanismo de extraordinario valor para las víctimas de la violencia machista. Lo es porque no solo trabaja de forma eficiente en procurar protección a la víctima, sino que además trabaja a nivel psicológico y terapéutico para hacer que ésta pueda paulatinamente volver a sentirse segura. Pero, ¿en qué consiste exactamente el proyecto? ¿Cómo lo consigue? La respuesta nos la ofrece para Informativos Telecinco una víctima de la violencia machista que desde casi año y medio tiene junto a ella y sus hijas a un ‘Pepo’; es decir, a un perro especialmente adiestrado para protegerla a ella y a sus hijas de su agresor o agresores.
“Me hacía heridas en las manos del miedo a encontrármelo”
Antes de tener a la perra, relata el sufrimiento y el miedo que ella y sus pequeñas vivían a diario: “Mis hijas tenían tanto miedo que en casa, aparte de no querer salir a la calle, a la hora de dormir había que buscar en todos los sitios de la casa. En cajones, ventanas, puertas, debajo de las camas... En cualquier lado podía estar el padre".
"A la hora de salir a la calle, por ejemplo, yo me hacía heridas en las palmas de las manos con las uñas del miedo que tenía de encontrármelo. Iba activada completamente. Iba siempre mirando tanto por la espalda como de frente. Si tenía que coger el metro tenía que dejar pasar uno o dos trenes para ver quién se montaba, si me seguía o no me seguía…”, cuenta ahora la afectada.
“Desde que el animal llegó a casa mis hijas empezaron a dormir”
Sin embargo, todo eso cambio cuando el proyecto PEPO puso a una perra a su disposición. “En el momento en que está la perra y empieza a entrenar, el estrés de mi cuerpo cambia por completo, porque ya no soy yo quien va mirando a la espalda ni a los lados, ni estoy pendiente de que me hagan daño. Ya es ella; es el 'Pepo' el que lo va haciendo. Entonces, te da una tranquilidad tremenda porque sabes que, aparte de que no estás sola, ella está pendiente de todo lo que tú estabas pendiente antes y te creaba tanta ansiedad".
Cuando recibieron a la perra, –de la raza Malinois–, era tan solo una cachorra, algo que se produce “normalmente cuando hay niños” en la vivienda de la familia que la va a acoger. Una cuestión importante, porque así el animal se acostumbra desde pequeño a todos los miembros de la familia; también a los menores.
"Desde que el animal llegó a casa y empezó a crecer te vas dando cuenta de que te avisa de ruidos que no conoce. Ciertas cosas que te empiezan a despertar tranquilidad. Desde ese momento, mis hijas empezaron a dormir. El ritual que teníamos de tener que mirar toda la casa entera... eso se quitó, lo que nos dio es una paz tremenda", cuenta echando la vista atrás.
“El perro te aporta en todo”
La entrevistada y sus hijas forjaron un vínculo verdaderamente especial con el can desde el primer momento. "El perro te da todo. Te aporta tanto psicológicamente como moralmente. En todo. Es tremenda la terapia que hacen con nosotras”, explica, añadiendo que el animal es entrenado para que esté con ellas nada más. “Siempre va a estar cuidando de nosotras, y de nuestros hijos. Ella no se separa de mis hijas. Me voy a la playa con ellas y la perra está al lado de las niñas. Me voy a un centro comercial o a cualquier lado y está pendiente de ellas", recalca.
Su función: “no dejar que el agresor se acerque a nosotras”
Pese a que estos canes están destinados a prestar una ayuda especial y tanto sus dueñas como ellos entrenan “todos los domingos” en su adiestramiento, no necesitan ningún cuidado específico que difiera de cualquier otro perro. “Es totalmente igual. Lo que pasa es que está adiestrado. A nosotras nos hacen adiestradoras y nosotras formamos a nuestro perro con la ayuda de Ángel en los entrenamientos y con lo que nos enseñan”, detalla la entrevistada, precisando que, en este sentido, “la función del perro no es morder al agresor”.
Su objetivo es, simplemente, “no dejar que se acerque a nosotras”. “Lo que hace es disuadir al agresor. Lo que el perro le da a entender es: no te acerques porque estoy aquí y no la voy a dejar sola".
¿Cómo actúa un 'Pepo'?
Conocido el objetivo con el que se adiestra y entrena al animal, la entrevistada explica que el perro “lleva un bozal de impacto que va reforzado de hierro”, junto a un arnés. “En el momento en que se lo ponen, el perro ya sabe que está trabajando. Es una manera de decirle: ahora me tienes que proteger”.
En el caso de que tenga que entrar en acción y defender a sus dueñas, el aviso “siempre” lo van a ordenar ellas. ¿Cómo? Cogiendo el arnés, el cual está dotado de un agarradero. “En el momento en que lo agarras, el perro ya sabe que tiene que defenderte, y lo único que va a hacer en el caso de que yo lo necesite es que –si yo muevo una pierna y tengo cogido el arnés–, va a impactar contra el agresor. Pero va a impactar con el bozal. Lo que va a hacer es darle un golpe. Normalmente se les enseña que sea de los hombros hacia el estómago”.
Con ello, explica la víctima de violencia machista, “lo que se pretende con eso es que el agresor caiga al suelo y a nosotras nos dé tiempo a salir corriendo”.
Si, como puede pasar, el miedo actuase paralizándolas y por ello no tocasen ese arnés, entonces será el perro el que, al detectar la situación, actúe igualmente. “Va a pegar el 'bozalazo' y va a volver a nuestro lado enseguida", explica.
La diferencia entre un perro de seguridad y un ‘Pepo’
Es precisamente esa la diferencia entre un perro de seguridad y un ‘Pepo’. “El perro de seguridad va con un guía, que normalmente suele ser vigilante o policía, y si esa persona es agredida, el perro va a ir a matar al otro. En el caso nuestro, el Pepo nunca va a ir a atacar, porque no tiene agresividad sacada. Lo que tiene es el instinto de protección, que es distinto a lo que es la agresión. Es como el instinto de una madre con unos cachorros. Si tú te acercas mucho, te puede llegar a morder, pero ella no se va a tirar a ti, porque lo que va a proteger siempre va a ser a sus cachorros. Lo que no quiere es que te acerques. Si tú no te acercas, nunca va a hacer nada. Eso es lo que nos pasa a nosotras con los 'Pepos'", cuenta, recalcando que no se puede dar un perro de seguridad a cualquiera, algo que fue lo que Ángel Mariscal matizó y trabajó para crear el proyecto. ‘PEPO’ nació después de que una víctima de violencia machista, conocedora de que él era un experto adiestrador de perros de seguridad, le pidiese uno para su defensa personal. A raíz de esa petición “se empezó a trabajar sobre el instinto de protección, y de ahí salió 'Pepo'".
¿Cuál es el proceso para conseguir un ‘Pepo’?
Conseguir un perro así requiere un proceso necesario para acreditar que quien va a cuidarla está verdaderamente capacitada para ello, como explica nuestra entrevistada:
"Primero tenemos una entrevista con Ángel, a él se le entrega la documentación que cada una tenga, –bien la orden de alejamiento o lo que tengamos en ese momento–, y si él da el visto bueno a la situación, lo que posteriormente viene es una prueba psicológica que nos hace una psicóloga de violencia de género para ver si estamos capacitadas para tener un perro así. Una vez que ya pasas esos filtros empiezas a entrenar. Nosotras entrenamos todos los domingos, y empezamos a entrenar con perros que ya están hechos, para que vayamos cogiendo lo que es el manejo de la correa, del bozal, del arnés..."
Además, también realizan un curso de guía canino y luego el de adiestradora.
El tiempo que transcurre entre ese proceso y la obtención del perro depende del caso de cada usuaria; de la situación de cada víctima de violencia machista. "Depende del riesgo que tengas en ese momento. Si tienes un riesgo muy alto, enseguida se le da el perro. En una semana se la intenta preparar para que pueda tener el perro ella sola", cuenta la entrevistada, agregando que en otros casos, si las circunstancias, dentro de que la situación es mala, permiten esperar, ese tiempo puede ser bastante más largo. "Yo, por ejemplo, tardé un año en que me dieran el perro", apunta.
“Te das cuenta de que tú sola sí puedes defenderte”
La gran valía y la efectividad del ‘Proyecto PEPO’ –que incluye entre sus actividades cursos de defensa personal impartidos gratuitamente por policías–, recuerdan, sin embargo, que aún queda un larguísimo camino en la lucha contra la lacra de la violencia machista.
“Nosotras tenemos muy pocos recursos”, explica la entrevistada, dando cuenta de una situación a la que muchas otras víctimas también se enfrentan: “Cuando llegas de violencia de género y te mandan a hacer cosas para ayudarte, a lo mejor te mandan a coser o a que escuches ópera... Pero es que eso no me soluciona nada. Lo que hace es que durante esa hora que esté ahí sentada quizás no esté pensando en los problemas, pero no me soluciona nada. Sin embargo, este proyecto sí que te soluciona, porque aparte de que cuando llegas a él no eres capaz de mirar a un hombre a la cara y no quieres salir a la calle ni relacionarte con nadie... la autoestima la tienes por el suelo, y el trabajar con el perro hace que ésta suba. Te empoderas, porque te das cuenta de que tú sola sí puedes defenderte. Te aporta muchísimas cosas en todos los niveles", asegura.
El agresor se salta continuamente la orden de alejamiento
A este respecto, critica que en el momento en que les conceden una orden de alejamiento el primer mensaje que reciban sea siempre el mismo: ‘no salgas de casa’.
“Soy una persona. Tengo que salir de casa; tengo que trabajar; tengo que dar de comer a mis hijas; quiero salir a tomarme un café con una amiga; quiero ir a ver a mi madre... hacer una vida normal. Y nosotras estamos limitadas en todo eso, porque aunque nos pongan una orden de alejamiento, el agresor se la salta continuamente, y tampoco le meten preso”, denuncia, evidenciando un gravísimo problema que reclama medidas urgentes de forma transversal y conjunta, con todos los actores del ámbito institucional, político, judicial y social implicados.
En estas circunstancias, la víctima, paralizada por el miedo, se ve condicionada de tal manera que acaba encerrándose en casa para evitar sufrir más daño. “Rompes toda tu vida en cuestión de trabajo, de amistad, de todo. Rompes todo. No tienes nada”, detalla la protagonista de esta entrevista, ahondando en que precisamente el perro da todo eso y ayuda a superar la situación. “Te obliga al principio de cierta manera a tener que sacarle, y entonces te vas dando cuenta de que claro que puedes hacerlo y claro que te va a defender y claro que te va a cuidar".
Un problema más: los ‘Pepos’ no pueden entrar a todos lados
Sin embargo, al respecto de esto último también existe un gran obstáculo contra el que “se está luchando muchísimo” para poder salvarlo: en multitud de lugares les vetan la entrada con el animal. Esto es así porque la ley no los reconoce como perros de asistencia, con lo que con frecuencia, los dueños de los distintos establecimientos les prohíben acceder a su recinto; algo alarmante, porque un agresor no entiende de espacios interiores o exteriores para actuar. Igual que puede encontrarse en la calle puede estar en un supermercado esperando a la víctima.
"Para nosotras es muy importante que se tuviera a los perros como de asistencia porque necesitamos pasar con ellos a los sitios; porque simplemente el ir a comprar te supone un estrés”. “Se está luchando muchísimo en todos los sentidos. Ángel, --fundador del proyecto--, lo está luchando por todos los lados que puede, pero cuesta".
En esta situación, explica, intentan apañarse entre "por favores" para que la gente de su zona se vaya acostumbrando y les permita el paso junto a la mascota, si bien son muchos los que se niegan completamente y no lo permiten. Es por eso por lo que, como reclamo generalizado para las víctimas, la entrevistada reclama que se aporten soluciones y se haga algo para poder entrar con los ‘Pepos’ a todos los lados.
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