Parte del encanto de hacer el Camino de Santiago era "sufrir" como peregrino, convivir con gente de otros lugares y buscar refugio en los albergues, pero con el tiempo, algunos se han vuelto demasiado exigentes y parece ser que se ha perdido o se está perdiendo la esencia del Camino.
Este es el sentimiento compartido de muchos hospitaleros del Camino de Santiago. Echan de menos a ese peregrino tradicional que se contenta simplemente con una ducha caliente o con no tener que dormir al raso. Ahora los peregrinos se quejan en las redes porque las literas inferiores están ocupadas o porque no tienen la clave wifi. Son críticas que molestan a los hospitaleros, que dicen que el nuevo peregrino es un turista muy fino enganchado a las redes.
Tan solo hace falta preguntarle a un peregrino veterano para darnos cuenta de cómo están cambiando las cosas en el Camino de Santiago: "No se habla mucho con los otros, van solo a hacerse fotografías", nos cuenta.
El camino se ha vuelto tecnológico. "Si no tienes Wifi no tienes peregrinos", nos cuenta María José, dueña de un albergue. Sobre todo entre los menores de 30 años, que caminan pendientes del móvil y de las redes sociales.
Los hospitaleros se quejan de que estos peregrinos se han convertido en turistas, y que algunos además se han dejado la educación en casa, mientras que antes los peregrinos al llegar a un albergue daban los buenos días, ahora solo preguntan por el wifi.
Turistas que buscan la comodidad, que confunden los albergues públicos con resorts. Pero quienes aman el camino creen que esta moda es pasajera. Si el Camino de Santiago ha resistido a guerras y a pestes, también resistirá a internet.