Semanas después de que se difundiesen varias imágenes del posible aspecto de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, acusado de matar a su hijo de dos años en el hotel Concordia de Barcelona, todo apunta a que el hombre está muerto. El hallazgo de su pasaporte, una huida torpe y que el presunto parricida estuviese en tratamiento psiquiátrico refuerzan esta hipóteis, la principal que barajan los investigadores, según publica 'El Punt Avui'.
Si al principio se pensó que Martín Ezequiel Álvarez Giaccio podría haberse marchado tras cometer el crimen, el hallazgo de su pasaporte en una de las viviendas que se le relacionan junto con otros indicios hacen pensar que no fue así.
Tras el crimen en el hotel, las cámaras de seguridad asomándose al pasillo, mirando de un lado a otro, sin pantalones. La escena posterior lo muestra saltando un cerco para escapar del edificio en el que mató al pequeño. Se supo, después, que cogió un taxi hacia el aeropuerto de El Prat, pero no pudo coger ningún vuelo: no tenía la documentación exigida para hacerlo.
Las llamadas de algunos ciudadanos que creen haberle visto en diferentes lugares de Cataluña no han dado resultados, incluso, después de difundir varias imágenes del aspecto que podría tener. El presunto parricida habría planificado el asesinato de su hijo en la casa de un familiar donde se instaló, en el Vendrell, pero no su plan de fuga.
Los padres del niño asesinado llevaban solo ocho días separados, y él habría aparentado aceptar con normalidad la ruptura de la pareja, hasta que cuando acudió a pasear con el niño y se lo llevó a un hotel -- el mismo en el que había celebrado su boda -- y empezó a enviar mensajes amenazadores a su esposa antes de presuntamente ahogar al niño con una almohada con la intención de causar el mayor dañó posible a la madre. Ahora, esta, según el mismo medio, ha pedido ser considerada víctima de violencia vicaria.
El 25 de agosto la madre del pequeño recibió un mensaje del presunto parricida: "Aquí te dejo lo que te mereces". Al recibirlo, desesperada, salió corriendo hasta el hotel donde debía estar su hijo, el Hotel Concordia de Barcelona, en el distrito de Sants-Montuïc, en Barcelona y rogó entrar en la habitación 704 del séptimo piso, pero no le permitieron la entrada. Sin poder contener los nervios, contó en la recepción lo que sucedía.
Cuando llegó la Guardia Urbana pasaban las diez de la noche del martes y, al subir a la habitación, como nadie contestaba, abrieron la puerta. A simple vista parecía vacía, pero al pequeño, de casi tres años, se lo encontraron debajo del a cama. Intentaron reanimarlo, pero no pudieron hacer nada por salvar su vida.
Presuntamente, su padre lo mató ahogándolo con la almohada. Esa misma tarde, algunos testigos habían coincidido con padre e hijo en la piscina. “El niño estaba feliz. En ningún momento podía suponer que fuera a pasar eso”, cuenta una testigo, sin embargo le extrañó que le grabase tantos vídeos: “Le decía: ‘dile a mamá que estás bien’. Después, salió a dar un paseo, pero a la vuelta se encontró con el dispositivo policial en el hotel.
El presunto parricida envió varios mensajes amenazantes antes de su huida; todo para, con una crueldad extrema, causarla el mayor daño.