Un total de veinte de los 61 detenidos en el golpe policial de esta semana contra tres grupos que controlaban la venta de droga en la calle en el barrio del Raval de Barcelona han ingresado en prisión por orden judicial, según han informado fuentes cercanas al caso.
En el operativo, denominado Coliseo y que se llevó a cabo el pasado miércoles, los Mossos d'Esquadra, la Policía Nacional y la Guardia Urbana de Barcelona detuvieron a 61 personas, de las que finalmente 20 han ingresado a prisión.
En la operación, que arranca de otra batida policial contra la droga en el Raval llevada a cabo el pasado año, participaron más de un millar de agentes de los tres cuerpos, que registraron un total de 40 pisos y locales, en los que decomisaron más de seis kilos y medio de heroína y cocaína, dos de anfetaminas, así como 350 plantas de marihuana, con un valor en el mercado negro de 550.000 euros, y también 71.000 euros en efectivo.
El conseller de Interior, Miquel Sàmper, ha agradecido la labor y coordinación policial y ha afirmado que la operación de este miércoles pretende volver a dar seguridad en una zona donde se había "perdido", al pasar la venta de droga de los narcopisos a la vía pública, y ha dado por hecho que volverán a intervenir para reducir este fenómeno a la "mínima expresión".
La operación se ha llevado a cabo tras más de un año de investigaciones, a partir de los resultados obtenidos en el dispositivo Suricat de junio de 2019 -con el que fueron detenidas 53 personas y se desactivaron 36 narcopisos-, que ha permitido descubrir que el jefe de la antigua organización dirigía desde prisión a uno de los tres grupos investigados.
Los cuerpos policiales han acreditado en su investigación que tras el golpe de la operación Suricat en 2019 -que ya procedía del dispositivo Bacart contra los narcopisos en octubre de 2018- se consolidó un entramado dedicado al tráfico de drogas en el Raval formado por tres ramas, una integrada por personas de nacionalidad rumana, otra de ciudadanos pakistaníes y otra de nigerianos, que habían tomado el control de la droga que se distribuía en este barrio y en otros municipios de la corona metropolitana.
En concreto, según los investigadores, la rama de origen rumano se dedicaba al tráfico especialmente de heroína en el Raval y sus integrantes la vendían en la vía pública.
Los líderes de esta rama, con una estructura muy jerarquizada, la dirigen desde Rumanía, con un control absoluto de las ventas realizadas y los beneficios obtenidos, de forma que en Barcelona delegaban sus funciones en personas de su confianza que controlaban a los vendedores en la calle al consumidor final.
Por su parte, la rama de origen pakistaní se encargaba principalmente de abastecer al clan rumano, de heroína pero también de cocaína, en los locales que utilizaban para la venta y almacén de estas sustancias, muchos de los cuales han sido registrados hoy.
Finalmente, la rama de origen nigeriano tomó protagonismo durante el confinamiento por el coronavirus, al empezar a proveer de drogas a los diferentes grupos investigados, que vieron como el estado de alarma frenó la entrada de sustancias en España a través de las mulas que gestionaban y que procedían de Pakistán e Inglaterra.