Operar el cerebro con el paciente despierto: "Les preparamos psicológicamente porque es muy duro"
El hospital La Paz interviene de epilepsia a una joven mientras se mantenía consciente
Este tipo de operaciones se hacen para evitar dañar la zona del cerebro responsable del lenguaje
Pocas veces se había realizado esta técnica en pacientes con epilepsia, y menos tan jóvenes
La semana de febrero en la que la operaron, la joven, a la que llamaremos María, había empezado a trabajar. Con 20 años, es su primer empleo, y quiere estar a la altura. Y gracias al equipo de neurocirujanos del hospital La Paz de Madrid, lo tendrá más fácil para estarlo. Porque María tiene epilepsia, sufría un tipo de epilepsia incontrolable que le provocaba bastantes crisis al mes, y unos efectos secundarios de la medicación que le impedían hacer vida normal.
En esa semana de febrero en la que empezó a trabajar María dio, además, otro paso de gigante hacia el resto de su vida: se operó del cerebro para eliminar la parte en la que se producen sus crisis. Su operación fue pionera: se la hicieron estando despierta, hablando, es de las primeras que se realizan a alguien tan joven y para tratar la epilepsia.
Jorge Zamorano, neurocirujano del hospital La Paz, explica a NIUS que este tipo de operaciones en las que el paciente se mantiene despierto se realizan habitualmente en personas con tumores cerebrales operables, pero que lindan o están en zonas esenciales del cerebro. "Se suele despertar al paciente en el momento de la extirpación del tumor para hacerle hablar y ver si se está dañando con la cirugía alguna zona responsable del lenguaje", cuenta. Con la epilepsia es también relativamente frecuente hacer extirpaciones parciales del cerebro, pero pocas veces se hace despierto, y menos a gente tan joven.
"Hay que tener en cuenta que la preparación para esta intervención es mucha... El paciente tiene que ser muy maduro, tiene que ser capaz de soportar las sensaciones de la operación. Duele un poco, molesta, es muy impresionante todo el entorno. De hecho a esta paciente se lo propusimos después de cinco años tratándola de sus crisis, que ya no controlaba ni con medicación", narra Zamorano. Los pacientes se enfrentan a mucho ruido, mucha luz, mucha gente a su alrededor, olores diferentes y notan parte de lo que los médicos realizan en su cuerpo, así que esta intervención no se realiza, por ejemplo, en niños.
Preparación psicológica para la operación
Un equipo multidisciplinar instruyó a la paciente sobre las tareas que debería hacer en quirófano durante la fase despierta de la cirugía. En una primera fase, la joven recibió anestesia general para que los cirujanos
pudieran prepararla para la intervención. Una vez realizada la primera parte de la operación, la parte más dolorosa, se despertó a la paciente y se le administró anestesia local para que estuviera consciente durante la operación, pero no sintiera ningún dolor.
Fue entonces cuando los cirujanos procedieron a extirpar el foco de la epilepsia. "Es un ambiente muy hostil y no todos los pacientes aguantan bien. En el caso de esta joven lo hizo muy, muy bien y estuvo más de dos horas consciente y contestando. Así pudimos eliminar la zona que provocaba las crisis epilépticas sin mermarle sus capacidades de comunicación", explica Zamorano.
Porque la zona del cerebro de María donde se estaban produciendo las crisis estaban cerca de las que son responsables del lenguaje. Sin embargo, el cerebro de cada persona es diferente y por eso no se puede delimitar con fronteras generales cada área. "Hay personas que si hablan varios idiomas tienen el área del lenguaje más desarrollada, y si intervenimos en ella les dejamos secuelas de porvida. Por eso hay que hacer esta intervención despierto, porque así sabemos exactamente qué partes podemos tocar y cuáles no", argumenta el neurocirujano.
Para garantizar que en ningún momento accedían a una zona que pudiera poner en peligro la comprensión del lenguaje, se colocó previamente una manta de electrodos en el cerebro de la paciente. Mientras dos neurofisiólogos estimulaban la zona a intervenir con una sonda de electroestimulación, un neuropsicólogo hacía tests a la paciente con el objetivo de que no hubiera interferencias con la función de lenguaje y lectura. En caso de producirse, los neurocirujanos desistían de actuar allí y buscaban otra vía.
La cirugía como única opción
Operarse era la única opción de María para tener una calidad de vida similar a la de los demás. La paciente recibió, durante su etapa infantojuvenil, diferentes tratamientos convencionales, teniendo como finalidad el control total de las crisis epilépticas. Pero tras varios años con diferentes tratamientos, continuaba sufriendo numerosos episodios de crisis al mes, principalmente durante las horas de sueño, y tenía una mala tolerancia a los fármacos antiepilépticos con numerosos efectos secundarios, principalmente a nivel cognitivo. En los últimos años, la cirugía se ha consolidado como una técnica eficaz y segura para
pacientes que sufren epilepsia resistente a fármacos y es la opción más efectiva para un gran número de pacientes.
El 25% de las epilepsias aparecen en la infancia. La incidencia de la epilepsia focal fármacoresistente
se mantiene alta a pesar del desarrollo de nuevos fármacos. En la actualidad hay aproximadamente un 30% de pacientes con epilepsia que no responden de forma adecuada al tratamiento farmacológico. La denominada epilepsia refractaria está asociada a una elevada morbilidad, debido a las crisis, y a la medicación antiepiléptica. Todo esto conlleva una elevada mortalidad y empeoramiento en la calidad de vida del paciente.
María fue intervenida el pasado mes de febrero y desde entonces no ha vuelto a sufrir ninguna crisis y en los próximos meses podrá empezar a reducir su medicación. Se ha logrado la extirpación completa de la lesión y la paciente habla y entiende perfectamente. Zamorano ha podido verla en las últimas semanas, y sonríe cuando reconoce que "es gratificante ver cómo va a llevar una vida plena, que sin esta operación le habría sido imposible".