Según informa CNN, Waldman intento extraer la garrapata, pero el arácnido no se movió. El doctor David Kasle, coautor del informe médico, explica que “siempre es difícil extirpar un cuerpo extraño de una oreja, pero en este caso aún más”. Las partes de la garrapata que sondean y chupan la sangre se “clavaron”, por lo que tirar del arácnido hacia fuera causaría dolor y probablemente rasgaría la membrana, subraya Kasle.
El tímpano actúa esencialmente como parte de un mecanismo de palanca bastante complejo que permite que el sonido vaya desde el oído externo al oído interno y hacia el oído medio, donde hay huesos pequeños. “Se necesita mantener ese tambor intacto para obtener un buen sonido”, argumenta el doctor.
La opción de no eliminar la garrapata y dejarla en el sitio también tendría consecuencias.
Con el tiempo el niño no podría oír bien. Los médicos no querían “infligir más daño”, incluida una posible perforación del tímpano. “Un agujero podría no ensordecer al niño, pero empañaría su audición”, apunta Kasle.
“Lo llevamos a la sala de operaciones, le anestesiamos y utilizamos utensilios de precisión para extraer la garrapata”, explica Kasle, que llevó a cabo la delicada operación. La garrapata fue identificada como ‘Dermacentor variabilis’, muy común en los perros y habitual en el este de las Montañas Rocosas, y en partes del Pacífico Noroeste, Canadá y México.
Los médicos trataron al niño con un antibiótico para curar cualquier abrasión en la oreja y un mes después ya estaba perfectamente. Su membrana timpánica se había reparado y no presentaba fiebre ni erupciones. “Es bastante inusual tener una garrapata que se haya incrustado en la membrana de esa manera”, admite Kasle. El principal peligro de las garrapatas es su capacidad para transmitir enfermedades. En los
Estados Unidos la enfermedad más común causada por estos arácnidos es la enfermedad de Lyme, que afecta a 300.000 personas cada año.