Peritos del Instituto Nacional de Toxicología ratificarán este jueves que bajo las uñas de Sara, la niña presuntamente asesinada a primeros de agosto de 2017 en Valladolid tras recibir una brutal paliza y ser violada, hallaron restos de ADN de Roberto H.H, novio de su madre y con la que comparte banquillo en la Audiencia Provincial desde el pasado día 25 de abril.
Se trata de una de las pruebas concluyentes sobre la incriminación de Roberto como presunto autor del crimen y que será practicada este jueves por videoconferencia desde el referido centro investigador, donde fueron analizadas uñas de Sara con el fin de determinar si bajo las mismas había restos de su verdugo.
Los análisis dieron positivo al encontrar restos del perfil genético del encausado, compatibles, como así tratarán de hacer valer las acusaciones, con los arañazos defensivos que la pequeña infligió a Roberto en sus manos y antebrazos y que el aludido y su defensor han tratado de atribuir a lesiones accidentales que él, en su condición de mecánico, se produjo días antes en distintas reparaciones de coches y otros artilugios.
Pero además, también está previsto que este jueves comparezcan, igualmente en calidad de peritos, los técnicos que analizaron el mechón de cabello hallado en un pantalón corto que Roberto utilizaba a modo de pijama y que, como así certificarán, pertenece a la víctima.
Practicada mañana las últimas periciales, está previsto que el viernes las partes inicien la fase de conclusiones con la exposición de los alegatos finales. No será hasta el martes de la próxima semana cuando, previsiblemente, el magistrado presidente entregue a las distintas partes el objeto del veredicto al que tendrá que responder el jurado a partir del día siguiente.
Con respecto a la jornada ya once del juicio celebrada este miércoles, la misma ha permitido escuchar, entre otras grabaciones, las llamadas al Servicio de Emergencias 112 de Roberto el día 2 de agosto de 2017 para solicitar ayuda al entrar la niña en parada y la conversación entre éste y una médico en la que la facultativa le pregunta por el estado de la niña y luego comienza a darle instrucciones para que le practique las primeras maniobras de reanimación.
"No respira, no le oigo el corazón", se escucha a Roberto decir a su interlocutora mientras explica que es el novio de la madre y que la noche anterior la pequeña estaba bien pero que se la había encontrado desmayada en su habitación, para acto seguido recibir instrucciones de cómo presionar una treintena de veces a Sara en el tórax y luego insuflarle aire por la "boquita".
También se ha procedido a la audición, entre otras, de la llamada que uno de los integrantes del 112 que asistió a la víctima efectuó al Clínico Universitario pidiendo que estuviera despejado el aparcamiento para facilitar la llegada de la paciente, tras haber logrado estabilizarla en varias ocasiones después de más de una hora de maniobras.
Entre las pruebas sonoras figura igualmente la llamada que una tía de la niña, Rosana M.G, realizó junto con su hermano, Pedro, a la Policía Municipal de la Comisaría de Delicias el día 28 de julio para pedir ayuda puesto que Sara había sufrido un golpe en la sien y la madre de la niña no les dejaba entrar en el piso para poderla llevar a un hospital.
Se escucha a Rosana medio llorando quejarse a un agente de la Policía Municipal de las anteriores llamadas efectuadas a otros teléfonos, como el 092, sin que nadie les dé solución y, en cambio, les mareen derivándoles a otros servicios. "No es cuestión de malos tratos, es que la niña se ha caído pero su madre no nos deja entrar. Pegarla, no la ha pegado, se ha caído, y no sé a quién llamar", trasladaba al agente angustiada la tía de la niña.
"¡Olvídese de todo lo demás porque si no nos vamos a liar!", es la respuesta del agente para que Rosana se tranquilizara y a la que comunicó que iba a enviar a compañeros de La Rondilla para tratar de atenderla.
La audición más extensa, sin embargo, ha sido la entrevista que psicólogas de los Servicios Sociales de la Junta efectuaron a la hermana mayor de la fallecida, Andrea, de 12 años, a posteriori de los hechos y en la que la menor no llega a contar apenas nada relevante para la investigación de los hechos.
En la conversación, Andrea es primero interrogada por las psicólogas por temas vanales, como cuestiones de su colegio, aficiones y otras intrascendentes, con el fin de ir ganándose su confianza para, finalmente, ser interpelada por la relación de Roberto con ellas y las causas de las distintas lesiones que su hermana Sara presentaba antes del fatídico día 2 de agosto, sin que ninguna de sus explicaciones haya servido para incriminar al principal encausado.
La niña explica también que Roberto iba dos o tres días a casa de su madre y pernoctaba en ella, ante lo cual sus entrevistadoras le preguntan qué cosas buenas tenía el nuevo novio de su madre. El silencio más absoluto durante un prolongado espacio de tiempo ha sido la elocuente respuesta de la menor.
También ha declarado, a propuesta del defensor de Davinia, un teniente coronel y psiquiatra en la Prisión Militar de Alcalá Meco que atendió a la procesada durante su estancia en dicho penal y que se ha limitado a indicar que ésta precisó de medicación a finales de octubre de 2017, a base de Lexatin y Prozac, entre otros antidepresivos, para tratarla de las distintas "recaídas" sufridas que coincidieron con las distintas vicisitudes registradas a lo largo del proceso judicial.
Davinia y su compañero de banquillo podrían ser condenados a prisión permanente revisable, que es lo que solicitan las acusaciones.