Los forenses que han practicado la autopsia a Sara, la niña de cuatro años muerta en Valladolid el 3 de agosto de 2017, revelan que la menor el día anterior fue zarandeada por el cuello, golpeada violentamente por todo el cuerpo y que sufrió un intento claro de penetración. Su madre y su novio están acusados como autor del crimen.
Los forenses han explicado que la causa real de la muerte de la niña fue un traumatismo craneoencefálico fruto de un mecanismo de zarandeo contra una superficie roma o bien al recibir en la cabeza el golpe de un objeto contundente, lo que provocó un fuerte edema cerebral.
"Presentaba el síndrome del niño apaleado, más un abuso sexual", han coincidido ambos profesionales, en referencia a la infinidad de hematomas, erosiones y equimosis en todo el cuerpo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies, si bien han reiterado que el traumatismo craneoencefálico observado desencadenó el óbito de la niña y originó que ésta presentara "ojos de mapache".
Lo que sí han descartado de forma categórica es que esa muerte fuera fruto del golpe en la sien que, supuestamente, la pequeña se produjo el día 28 de julio en el domicilio. "Lo tenemos claro, no es posible", han espetado ambos forenses.
Sobre la infinidad de lesiones encontradas en el cadáver de la niña, los forenses han explicado que Sara, amén de los hematomas en la cara a causa del citado traumatismo, tenía hematomas en el cuero cabelludo y equimosis en las extremidades superiores e inferiores, con alguna uña arrancada y otras sangrantes, posiblemente por "pisotones", así como otras indiciarias de un intento de penetración vaginal y anal.
De hecho, los expertos han apuntado que hallaron una lesión en el cuello de Sara que pudiera obedecer a un mecanismo de sujeción y zarandeo, además de laceraciones de pequeño tamaño en la zona de la vagina, un leve sangrado en el periné, pequeñas fisuras en el ano y hematomas inguinales y en la zona del abdomen y la pelvis, posiblemente ocasionados por alguien al tratar de abrirle las piernas.
"Ha habido un intento de penetración. El himen no estaba desgarrado pero sí había sido contundido o golpeado, de ahí que estaba tumefacto y hemorrágico", han indicado los peritos, que han advertido de la imposibilidad de realizar una penetración total a una niña de tan corta edad y no han descartado que en el mismo intento de violarla vaginalmente el autor le hubiera ocasionado las lesiones en la zona anal.
Aunque no se hallaron restos de ADN y semen en los órganos genitales de la pequeña, los forenses achacan tal circunstancia a que el autor de la misma no llegara a eyacular o bien a que dicha agresión la cometiera con el dedo u otro objeto. "Que no haya semen no significa que no haya habido abuso sexual", han insistido.
Las dos psicólogas que han analizado a los acusados han definido a Roberto como una persona dominante, controladora, fría y desconfiada y a ella, a Davinia, como una mujer con un nivel intelectual límite y con una extrema dependencia en las relaciones personales e íntimas.
En el caso concreto de Roberto, las psicólogas le han definido también como un hombre "irritable", "intransigente" con sentimientos elevados de "grandiosidad y narcisismo", "muy desconfiado", "obsesivo-compulsivo", "dominante" en las relaciones personales", "individualista", "reservado", "poco afable" y muy "impulsivo", al tiempo que han puesto de manifiesto sus adicciones al alcohol y la cocaína hasta 2011, fecha en la que, según les indicó el acusado, el consumo tras iniciar un proceso de deshabituación en Proyecto Hombre.
En su informe, las psicólogas han recordado también que el acusado llegó a decirles que si volviera a nacer haría "absolutamente lo mismo".
Con respecto a las pruebas realizadas a Davinia, las peritos la han definido como una mujer con un "nivel de inteligencia bajo", una "autoestima también baja, con poca confianza en sí misma, una persona con "dependencia extrema en su relaciones personales e íntimas" y han recordado que ella misma les confesó su "situación familiar no normalizada", fundamentalmente debido a las agresiones físicas sufridas por ella en su niñez y su madre a manos del padre y un hermano de la acusada.
Esos episodios de malos tratos y los gritos sufridos en el entorno familiar ocasionaron un "trauma" a Davinia, hasta el punto de que "tenía miedo a la voz de los hombres", han explicado las peritos, una de las cuales también ha referido, a modo de anécdota, que cuando la acusada hizo la comunión se confesó por escrito.
Davinia y Roberto se exponen a una posible condena de prisión permanente revisable por un rosario de delitos, entre ellos malos tratos, lesiones, asesinato, violación y abandono, ella cometidos por omisión del deber de protección de su hija y él en calidad de autor.