Laia nunca salió del edificio de sus abuelos
Los vecinos se congregan en el edificio en el que se ha producido el crimen, donde los mossos acaban de detener al presunto autor de la muerte de Laia, de trece años y autista. Nervios, tensión e indignación esperan su salida y cuando los agentes lo sacan se escuchan gritos de rabia. Varios policías custodian al hombre ante el temor a que sea agredido. De hecho una persona parece conseguirlo. Los familiares no encuentran consuelo porque saben que, después de tres horas de búsqueda en la calle, en la casa, a través de las redes y en el bloque, la pequeña estaba solo un piso más abajo. Dos tíos de la pequeña sospecharon de un vecino del primero, entraron por la fuerza y descubrieron el cuerpo sin vida de la niña oculto debajo de un colchón. Laia pudo morir en la primera hora de su desaparición. Sufrió heridas de arma blanca, aunque será la autopsia la que determine las causas de otra muerte incomprensible.