Una serie documental de Netflix consigue que exculpen a dos de los condenados por asesinar a Malcolm X, después de 60 años en la cárcel. La producción audiovisual mostraba las lagunas del caso e incentivó, una nueva investigación que ha concluido dos años después con la exoneración de los dos condenados que continuaban en la cárcel.
Manhattan. Una sala de actos al norte de la ciudad acoge a Malcolm X, el activista defensor de los derechos de los afroamericanos para que dé uno de sus particulares discursos, era 19 de febrero de 1965. Ese día se produjo uno de los crímenes más sonados de la historia del siglo XX en Estados Unidos. Tres personas interrumpieron al líder afroamericano y lo cosieron a balazos delante de su esposa e hijas.
Malcolm X era el líder de la facción radical del movimiento de derechos civiles para la minoría negra y comparecía en este evento para defender su nuevo grupo, la Organización para la Unidad Afroamericana, sin embargo, la Nación del Islam, el grupo del que había sido su cara más visible durante años, le quería matar, después de haberlo abandonado y haberse enfrentado a sus líderes y así lo hizo.
Ahora, después de 60 años y con tres miembros de Nación del Islam condenados a cadena perpetua por los hechos (aunque uno fue puesto en libertad en 2010, tras 44 años de prisión), la Fiscalía de Nueva York reconoce que no había pruebas suficientes contra los dos restantes y los exonera este jueves.
Esta decisión nace a raíz de que una serie documental de Netflix mostrase las lagunas del caso y el veredicto. La nueva investigación ha durado dos años y ha concluido que, como advirtieron historiadores y académicos, la justicia cometió un error.
Se trata de Muhammad Abdul Aziz y Khalil Islam, que en el momento de los hechos se llamaban Norman 3X Butler, y Thomas 15X Johnson. Aziz, de ahora 83 años, fue excarcelado en 1985, mientras que Islam salió en 1987 y falleció en 2009. Ambos defendieron siempre su inocencia. El tercer condenado, Mujahid Abdul Halim (a quien se conocía entonces como Talmadge Hayer o Thomas Hagan), sí había admitido su culpa en la muerte, pero había declarado que los otros dos no formaron parte de la trama.
La dudas que desde el principio generó la investigación alumbraron toda suerte de teorías alternativas al crimen; si todo fue parte de una conspiración del Gobierno, en plena ebullición de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, o de devotos de la Nación del Islam, de los que X se había separado un año antes, mientras los inocentes pagaban por ello.