El negacionismo llega al vapeo: Defienden sus ventajas con argumentos que los médicos consideran falsos
No hay estudios científicos que avalen que los vapeadores ayudan a dejar de fumar
Los cigarrillos electrónicos pueden no ser una forma segura de dejar de fumar
La comunidad científica conocía desde 2008 las graves consecuencias de las inhalaciones de los cigarrillos electrónicos. A pesar de ello, la industria que hay detrás de estos vapeadores ha defendido su utilidad como coadyuvante en la lucha contra el tabaquismo. Una evidencia que los médicos cuestionan al considerarla "muy escasa" y estar rodeada de "mucha controversia" como es el caso del libro de la escritora catalana Silvia Taulés que lleva por título: 'Vapeo. Más ventajas que inconvenientes'.
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos daban a conocer en agosto de 2019 que una persona fallecida en el estado de Illinois por una enfermedad pulmonar podría estar relacionada con el uso del cigarrillo electrónico. En los últimos meses esta cifras se han disparado hasta llegar, según el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, según sus siglas en inglés) a 54 fallecidos y 2.506 casos de lesiones pulmonares que requirieron hospitalización54 fallecidos2.506 casos de lesiones pulmonares que requirieron hospitalización.
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La alerta se ha extendido también a España donde en la anterior legislatura, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social insistió en que los cigarrillos electrónicos, tanto los que llevan nicotina como los que no, son nocivos para la salud del que lo consume y de la persona que está a su alrededor, y que no ayudan a dejar de fumar.
Esta argumentación es el principal caballo de batalla de la patronal española del vapeo que insiste en que el número de usuarios que ha dejado el tabaco y ha decidido 'vapear' sigue en aumento. Cifras que están todavía muy por debajo de las de Francia o el Reino Unido, que cuentan con más de 1 y 2 millones de vapeadores, respectivamente.
Precisamente este es también uno de los argumentos de Taulés quien destacó en la presentación de su libro la eficiencia como método para eliminar el tabaquismo de la sociedad, según recoge 20minutos. La autora también utilizó en su exposición la polémica frase de que "vapear es un 95 % menos dañino que fumar". Se trata de una afirmación que seis expertos líderes en cigarrillos electrónicos y salud pública calificaron de "desactualizada, engañosa e inválida" en un editorial publicado en el 'American Journal of Public Health'.
Y no hablamos de científicos de perfil bajo, se trata de Thomas Eissenberg, codirector del Centro para el Estudio de Productos de Tabaco de la Virginia Commonwealth University (EE.UU); Aruni Bhatnagar, del Centro de Regulación del Tabaco de la American Heart Association, de la Universidad de Louisville (EE.UU.); Simon Chapman, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sydney (Australia); Sven Eric Jordt, del Departamento de Anestesiología, Facultad de Medicina de la Universidad de Duke (EE.UU.); Alan Shihadeh, de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura Maroun Semaan, Universidad Americana de Beirut (Líbano), y Eric K. Soule, del Departamento de Educación y Promoción de la Salud, East Carolina University (EE.UU.).
Consideran importante entender que el reclamo de que son un "95 % más seguros" es falso, porque aún continúa siendo citado como una razón para comenzar o continuar vapeando. "La gente está usando esa afirmación como una razón para seguir usando los cigarrillos electrónicos tanto si empezaron hace tiempo o para empezar a usarlos si nunca los han usado antes", señala.
La mayor conclusión del editorial, a juicio de Eissenberg, es que simplemente no se conocen los riesgos a largo plazo del uso de cigarrillos electrónicos. "No tiene ningún sentido para nosotros afirmar que sabemos que es 95 % más seguro que los cigarrillos combustibles --justifica--. El hecho es que no sabemos si el uso de cigarrillos electrónicos es tan letal como el uso de cigarrillos combustibles, menos letal que el uso de cigarrillos combustibles, o más letal que el uso de cigarrillos combustibles".
Por ello, estos expertos enfatizan que "los profesionales de la salud pública, los científicos y los médicos deben destacar la inconsistencia de este factoide destacando su procedencia poco fiable y su ausencia de validez en la actualidad, así como los muchos cambios en los dispositivos y líquidos de los cigarrillos electrónicos, la acumulación de evidencia de daño potencial, la mayor prevalencia de uso y la creciente evidencia de que el uso del cigarrillo electrónico está asociado con el posterior consumo de cigarrillos".
El editorial, titulado 'Invalidez de una estimación citada con frecuencia de los daños relativos de los cigarrillos electrónicos', vuelve a examinar la afirmación "son un 95% más seguros" que se originó en julio de 2013 cuando un grupo de expertos en ciencias de la decisión, medicina, farmacología, psicología, política de salud pública y toxicología calificó el daño relativo de 12 productos que contenían nicotina utilizando 14 criterios que abordaban los daños a sí mismos y a los demás. Concluyeron que los cigarrillos combustibles eran los más perjudiciales y que los sistemas electrónicos de suministro de nicotina eran sustancialmente menos perjudiciales.
Sin embargo, los expertos reconocieron que su estudio carecía de pruebas contundentes de los daños de la mayoría de los productos que estaba evaluando. A pesar de esa falta de evidencia, la afirmación de que los cigarrillos electrónicos son '95% menos peligrosos' o 'un 95% menos dañinos' fue ampliamente publicitada, en particular por la agencia británica Public Health England y el Real Colegio de Médicos de Reino Unido.
Desde entonces, recuerdan los autores, se ha acumulado una cantidad considerable de evidencia de los posibles daños de los cigarrillos electrónicos. Y es que los dispositivos de cigarrillos electrónicos han cambiado significativamente desde el estudio original, añaden, tanto que incluso si la estimación original era válida en 2013, ya no puede aplicarse.
"Por ejemplo, además de usar diferentes materiales y más bobinas de calentamiento, muchos cigarrillos electrónicos actuales pueden alcanzar una potencia de salida que excede la de la mayoría de los modelos de venta libre de 2013 en 10 a 20 veces (a veces excediendo los 200 vatios) --advierten--. Una mayor potencia aumenta los daños potenciales del uso del cigarrillo electrónico porque se produce más aerosol que expone a los usuarios a mayores niveles de nicotina y otros tóxicos".
Los líquidos también han cambiado desde 2013, con una amplia disponibilidad de miles de sabores que usan productos químicos "generalmente reconocidos como seguros" para comer, pero con una toxicidad pulmonar desconocida, prosiguen los expertos.
Un cambio particularmente notable ha sido la comercialización generalizada de líquidos con nicotina protonada, también conocida como 'sal de nicotina', que se realiza mediante la adición de un ácido a la nicotina de base libre. El líquido protonado en aerosol es menos desagradable de inhalar que la nicotina de base libre, lo que permite a los usuarios aumentar la concentración de nicotina del líquido y probablemente aumentar su propia dependencia a la nicotina, añaden.
Los expertos hacen referencia en su artículo a diversos estudios recientes en los que se ha hallado que "los componentes de aerosol podrían dañar el sistema respiratorio o empeorar la enfermedad pulmonar preexistente a través de una variedad de mecanismos"; que vinculan su consumo a las sibilancias, un síntoma de una posible enfermedad respiratoria, con el uso de cigarrillos electrónicos, y que también se le relaciona con un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la activación plaquetaria, mientras disminuye la dilatación mediada por el flujo y la variabilidad de la frecuencia cardíaca, efectos que sugieren un riesgo cardiovascular a largo plazo.
Otro aspecto que destaca el editorial es que la investigación realizada desde 2013 que ha comprobado que el uso de cigarrillos electrónicos está relacionado con un mayor riesgo de que el usuario comience a fumar cigarrillos combustibles. "Los estudios en los últimos seis años también han demostrado que el aerosol de cigarrillo electrónico no es inofensivo", escribien.
"Por ejemplo, el propilenglicol (PG) es uno de los componentes principales del aerosol de cigarrillo electrónico y generalmente se reconoce como seguro cuando se come pero cuando se inyecta por vía intravenosa durante un período de días, es tóxico --precisan--. Los aerosoles de cigarrillos electrónicos que contienen propilenglicol y glicerina vegetal, otro componente común, causan inflamación en los pulmones humanos, lo que sugiere diferentes perfiles de seguridad para el propilenglicol inhalado versus ingerido y la glicerina vegetal".
Por ello, estos expertos consideran que los consumidores deben entender que el tabaco ha sido estudiado durante 70 años y hay una gran evidencia al de cuántas personas mueren por el tabaquismo. "No tenemos nada parecido con los cigarrillos electrónicos. Lo que sí sabemos es que están metiendo tóxicos al pulmón humano y que, con el uso repetido, en algunos casos, vemos efectos en la salud de esos tóxicos en usuarios de cigarrillos electrónico", concluyen.
Desde el otro lado de la controversia, un grupo de expertos en salud pública, políticas de tabaco y ética de Estados Unidos en un artículo publicado en línea en la revista 'Science' afirmaban que las prohibiciones y otras políticas que restringen la venta de cigarrillos electrónicos en Estados Unidos para afrontar la crisis debida a las muertes registradas entre vapeadores podrían hacer más daño público ya que amenazan con hacer descarrilar una tendencia que podría acelerar la desaparición de cigarrillos, que están a punto de costar un billón de vidas este siglo.
Los peligros del vapeo
El investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Iñaki Galán, avisaba recientemente de que la evidencia sobre que los cigarrillos electrónicos ayudan a dejar de fumar es aún "muy escasa" y está rodeada de "mucha controversia".
Galán aludía también en un seminario sobre tabaquismo y salud pública a los riesgos desconocidos a "medio y largo plazo" que puede representar para la salud el consumo de cigarrillos electrónicos. "Hay que manejar con mucha prudencia los hipotéticos beneficios a corto plazo de estas alternativas al tabaco, y deja claro que, aunque puedan ser menos dañinos, no son inocuos y siguen siendo nocivos", ha dicho.
Y es que, tal y como ha informado, estos potenciales beneficios estarían "acotados" a un consumo de cigarrillos electrónicos vinculado a dejar de fumar, una "especie de puente" para abandonar el tabaco clásico y dejar el hábito, y a una posible reducción, "que no eliminación", de daños. No obstante, a su juicio, el problema es que estas alternativas "también enganchan", por lo que "el objetivo de la cesación perdería fuerza".
En este punto, el investigador aludía a un estudio publicado en 2019 en el 'New England Journal of Medicine' en el que se señalaba que los cigarrillos electrónicos son "más efectivos" para dejar de fumar que la terapia de reemplazo de nicotina, si bien ha insistido en que "aún hay muchas dudas", ya que su consumo puede ser una "nueva puerta" de entrada al consumo de cigarrillos tradicionales.
"Falta investigación. Apenas hay datos del efecto sobre la salud de estas alternativas, y la mayor preocupación viene al hablar del medio-largo plazo. Pese a ser menos dañino a corto plazo que el tabaco, y poder considerarse como un posible mecanismo de reducción de daños, la adicción y el uso de frecuente con estas alternativas pueden normalizar el consumo de tabaco, además de esconder riesgos y toxicidad que aún no conocemos bien", apostilló.
Dicho esto, y respecto a que diversos países, incluido España, muchos profesionales piden limitar la publicidad de estos productos para evitar que la evidencia de su daño a largo plazo llegue cuando su uso se haya generalizado, Galán comentó que, si se opta por el mensaje de la cesación tabáquica con estas alternativas, habría que regularlas como una posible solución terapéutica.
Una regulación que, según apostilló, impediría su compra libre y llevaría a una "hipotética recomendación" por parte de profesionales sanitarios, si llegara el caso en que éstos y las autoridades aprobaran su uso ligado al abandono del tabaco tradicional. "Por el momento, el mensaje global es de evitar estas alternativas y, como mucho, considerarlas como una última opción, no recomendable, ante la imposibilidad de dejar el tabaco", recalcó.
Al mismo tiempo, Galán recordó que las personas que recurren a estas alternativas "a veces no saben ni lo que vapean", por lo que destacó los posibles riesgos y las posibles interacciones entre los componentes que pueden incluir los cigarrillos electrónicos.
"Con el vapeo y similares hay toxicidad, aunque a concentraciones más bajas, y no sabemos hasta qué punto puede ser nocivo, porque hay muchos productos, diferentes alteraciones y mezclas. Lo que debe quedar claro es que su consumo no es inocuo, y que aún debemos investigar mucho para definir y concretar los riesgos y complicaciones para la salud", zanjó Galán.
El Gobierno, contra el vapeo
La reciente campaña 'El tabaco ata y te mata' lanzada por Sanidad para alertar sobre los riesgos que conlleva el uso de los nuevos productos de tabaco como, por ejemplo, los cigarrillos electrónicos, los dispositivos de calentamiento de tabaco, las pipas de agua o los vapeadores, partía de la base de que no hay estudios científicos que avalen que el uso de los cigarrillos electrónicos ayude a dejar de fumar, como sí existen para otros métodos de abandono del hábito tabáquico ya que la mayor parte de los cigarrillos electrónicos contienen nicotina y hacen que sea una puerta fácil de entrada al tabaco.
A pesar de ello, desde este organismo se reconocía que, en algunos casos, "muy concretos" sí podría valorarse la idea de utilizar estos productos para dejar de fumar, si bien no puede ser considerado como una "estrategia poblacional" como así lo pretende la industria.
"No se trata de elegir entre lo menos malo y lo más malo, sino en saber que lo más saludable es no fumar ni inhalar ningún tipo de sustancia porque los pulmones están hechos para respirar aire limpio", aseguraba un representante del Sanidad.
Un problema ya conocido
A principio de mes, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Riverside (Estados Unidos) demostraba que los problemas de salud asociados con los cigarrillos electrónicos existían mucho antes del verano de 2019, cuando la enfermedad pulmonar asociada al vapeo (EVALI) fue reconocida por la comunidad médica. Esta patología ha causado más de 50 muertes y 2.500 hospitalizaciones en Estados Unidos.
Utilizando métodos automatizados por computadora de minería de datos, los científicos han comprobado que un gran foro de discusión a través de Internet ya informó sobre numerosos efectos adversos para la salud de los cigarrillos electrónicos relacionados con esta enfermedad pulmonar desde hace al menos siete años.
La investigación, publicada en la revista 'Journal of Medical Internet Research', recopiló datos de este foro entre enero de 2008 y julio de 2015. Diseñaron un rastreador web para extraer y analizar la información sobre los síntomas y trastornos de sus usuarios. Analizaron más de 41.000 mensajes, de los cuales el 45 por ciento eran negativos, el 38 por ciento neutrales y el 17 por ciento positivos.
Los cinco principales síntomas de la base de datos fueron dolor de cabeza, tos, dolor de garganta, picazón y malestar. Los cinco trastornos principales en el conjunto de datos fueron deshidratación, asma, faringitis, resfriado común y escasez de saliva.
"Nuestros datos, que muestran que muchos de los síntomas que caracterizan a los pacientes actuales han sido reportados 'on line' durante al menos siete años, sugieren que casos similares a los de la actual epidemia de EVALI han existido anteriormente y no han sido reportados o simplemente no están relacionados con el vapeo", reflexiona una de las autoras del trabajo, Prue Talbot.
Varios estudios sobre los cigarrillos electrónicos han demostrado que algunos químicos de sabores pueden dilatar los vasos sanguíneos y causar dolor de cabeza, náuseas y fatiga. La nicotina, un componente importante en la mayoría de los líquidos de los cigarrillos electrónicos, puede afectar los sistemas neurológico, respiratorio, digestivo, bucal y circulatorio.
"Nuestros datos subrayan la idea de que el uso del cigarrillo electrónico no está libre de efectos adversos para la salud y sugieren que la epidemia que estamos viendo ahora continuará creciendo dados los muchos informes en el foro de los síntomas característicos del EVALI", concluye otro de los autores, My Hua.
Ingrediente nocivos para la salud
El aumento de muertes relacionada con el vapeo dio origen a una nueva investigación publicada en el 'New England Journal of Medicine' por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, que fortalece los hallazgos previos sobre el vínculo entre el acetato de vitamina E y la lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o productos de vapeo (EVALI, por sus siglas en inglés).
En este nuevo estudio, en el que han participado el Centro Integral del Cáncer de la Universidad Estatal de Ohio, el CDC analizaron el líquido de lavado broncoalveolar (BAL) de 51 pacientes con EVALI de 16 estados y lo compararon con el líquido de 99 individuos sanos. El acetato de vitamina E, también encontrado en muestras de productos probados por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y laboratorios estatales, se identificó en el líquido BAL de 48 de 51 pacientes con EVALI, pero no se encontró en ningún líquido BAL de personas sanas. No se encontraron tampoco otros tóxicos en el líquido BAL de ninguno de los grupos.
"Estos hallazgos respaldan la conclusión de que el acetato de vitamina E es un agente causal potencial de la EVALI, y ese es un descubrimiento importante ya que se toman decisiones sobre la mejor manera de regular la industria de cigarrillos electrónicos en rápida evolución", dice Shields, quien lidera numerosos e-estudios de investigación sobre cigarrillos en el centro oncológico, incluido un estudio de broncoscopia para ver cómo los cigarrillos electrónicos afectan el microambiente pulmonar.
Otro estudio elaborado en este caso por la Universidad de California San Francisco aseguraba que el uso de cigarrillos electrónicos aumenta significativamente el riesgo de una persona de desarrollar enfermedades pulmonares crónicas como asma, bronquitis, enfisema o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Se trata del primer estudio longitudinal que vincula los cigarrillos electrónicos con enfermedades respiratorias en una muestra representativa de toda la población adulta estadounidense.
El estudio también encontró que las personas que usaban cigarrillos electrónicos y al tiempo fumaban tabaco, con mucho el patrón más común entre los usuarios adultos de cigarrillos electrónicos, tenían un riesgo aún mayor de desarrollar enfermedad pulmonar crónica que aquellos que usaban solo uno de los dos productos.
Los hallazgos, que se publican en el 'American Journal of Preventive Medicine', se basan en un análisis de datos disponibles públicamente de la Evaluación de población del tabaco y la salud (PATH), que rastreó los hábitos de cigarrillos electrónicos y tabaco, así como nuevos diagnósticos de enfermedad pulmonar en más de 32.000 adultos estadounidenses de 2013 a 2016.
Triple riesgo para los jóvenes
El gran éxito que los cigarrillos ha entre la población adulta joven ha disparado la alerta en la comunidad científica mundial. Y es que este grupo de población que fuma y usa los vapeadores son casi dos veces más propensos a sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con los que fuman tabaco de forma convencional, y casi tres veces más propensos que los no fumadores, según ha estimado un estudio publicado en la revista 'American Journal of Preventive Medicine'.
"Se sabe desde hace tiempo que fumar cigarrillos está entre los factores de riesgo más significativos para el ictus. Nuestro estudio muestra que los fumadores jóvenes que también usan cigarrillos electrónicos se ponen en un riesgo aún mayor. Este es un mensaje importante para aquellos que perciben los cigarrillos electrónicos como menos dañinos y los consideran una alternativa más segura", explica el investigador principal del trabajo, Tarang Parekh, de la Universidad George Mason (Estados Unidos).
Los cigarrillos electrónicos pueden no ser una forma segura de dejar de fumar, según muchos estudios. Los investigadores solo están empezando a comprender sus consecuencias, pero la evidencia en su contra va en aumento con los recientes casos de lesiones pulmonares relacionadas con el vapeo (EVALI), así como las investigaciones que muestran sus peligros como puerta de entrada al cigarrillo convencional, fuente a largo plazo de alta concentración de nicotina, y su papel en una red de señalización inflamatoria que está detrás de enfermedades cardiovasculares.
"Nuestros hallazgos demuestran un efecto perjudicial de los cigarrillos electrónicos en los vasos sanguíneos, corazones y cerebros de los fumadores", advierte Parekh. Este estudio ha calculado el riesgo de eventos cerebrovasculares entre los fumadores en 1,59, en los exfumadores que han cambiado a los cigarrillos electrónicos en 2,54, y los que usan ambos en 2,91.