El periodista y escritor David Gistau ha fallecido este domingo a los 49 años, según ha informado el diario 'El Mundo' periódico en el que escribía de manera habitual tras su regreso al diario en 2018. El columnista llevaba ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínico de Madrid desde el 29 de noviembre tras haber sufrido una lesión cerebral provocada por un desmayo practicando boxeo.
Con una trayectoria ligada a la prensa escrita, Gistau (Madrid, 1970) se incorporó a 'La Razón' en 1997 y en 2005 fichó por 'El Mundo', donde se mantuvo hasta el verano 2013, cuando comenzó a escribir en el diario 'ABC'.
En 2018, Gistau regresó a Unidad Editorial. "Me apetece contar historias distintas. Quiero hacer algo más variado que estar pendiente de la última noticia política", afirmó cuando se reincorporó al periódico dirigido por Francisco Rosell.
Con una destacada voz radiofónica, Gistau también ha colaborado con Carlos Herrera en el magazine matinal de COPE. Además, ha escrito varios libros, como 'La España de Zetapé' (2005), 'Ruido de fondo' (2008) o 'Gente que se fue' (2019), entre otros.
Ahora provoca poco menos que escalofríos recordar uno de las magníficos escritos de Gistau cuando nació su primer hijo Luca. Con Romina, su mujer, tuvo cuatro. En ese momento reconoció que por primera vez en su vida, temía morir y que incluso iba a dejar de fumar porque no quería que su hijo pasara lo que él: perder a un padre demasiado pronto. Por eso su objetivo era al menos vivir 25 años más, los que pudiera necesitarle. No podrá cumplir su promesa.
En el artículo, Del Martini al Meconio, describía también de forma admirable el momento en el que no se sintió padre y en el que sí, por primera vez. Lo recordaba Jacobo de Andrés el pasado mes de diciembre y ahora lo han hecho las redes sociales, desde sus amigos pasando por políticos. Hay que leerlo, sobretodo si uno está en el camino de ser padre.
Politicos, desde el presidente del Gobierno a los líderes de la oposición, compañeros, lectores y oyentes han lamentado su pérdida en las redes. Su escritura, su buen hacer periodístico y su ejemplo, seguirán ahí. Se va un grande. Como señala Boadella, la España de la inteligencia está de luto.