Andrew Brooks, el creador de los test de saliva para detectar el coronavirus ha fallecido este 23 de enero a los 51 años en Nueva York (EE. UU.). La comunidad científica internacional ha lamentado su muerte tras destacar que si avance ha supuesto salvar muchas vidas al tiempo que ha ayudado de forma significativa a luchar contra el avance de la pandemia.
Brooks fallecía como consecuencia de in infarto de miocardio como ha confirmado su hermana, Janet Green a través de New York Times.
El descubrimiento de Brooks evitó las largas colas ante los puestos para la detección de la covid ya que gracias al uso de la saliva como medio para detectar la presencia del virus se aligeraba y simplificaba la toma de muestras entre los pacientes.
Considerado por sus colegas de profesión como un auténtico "héroe", desde que se aplicó su nueva metodología, más de 4 millones de personas han utilizado este sistema al tiempo que se ha constituido en uno de los más seguros y confiables para detectar los nuevos contagios de la pandemia.
Como recoge Rutger, la web de la Universidad Estatal de Nueva Jersey, "su carrera se distinguió por una destacada beca, servicio en el campo de la biomedicina y actividades comerciales diseñadas para mejorar la salud humana. Como director de operaciones y director de desarrollo de tecnología en RUCDR Infinite Biologics, dirigió el esfuerzo para desarrollar la prueba de saliva COVID-19. La prueba recibió la autorización de uso de emergencia de la FDA como el primer diagnóstico de saliva aprobado y un mes después como la primera de cualquier prueba aprobada para uso doméstico".