La primera ola del coronavirus en España azotó sin piedad a muchas familias. No solo la enfermedad causó la muerte de muchos de sus seres queridos, sino también el desbarajuste que produjo en el sistema sanitario. Así lo denuncia Lydia Sainz-Maza en El Correo de Burgos. Su hermana Sonia falleció de un cáncer de colon con metástasis sin lograr ni una cita presencial con su médico de cabecera.
“Hemos perdido nuestros derechos sanitarios”, expresa Sainz-Mara, recordando la historia de Sonia, que comienza con fecha de 17 de abril, un tiempo en el que el personal sanitario se desvivía por atender a pacientes con coronavirus. Ese día, y tras semanas con un dolor fuerte en la pierna a la altura de la ingle, Sonia llamó por primera vez a su médico de cabecera del Centro de Salud de Espinosa de los Monteros, contándole además que había perdido unos cinco kilos en poco tiempo, que sentía fatiga y le costaba andar.
El 18 de junio acudió al Hospital Universitario de Burgos (HUBU) tras conseguir cita en Traumatología. No obstante, allí se limitaron a decirle que no veían ‘lumbociatalgias’, tal y como su médico de cabecera ponía en el informe. La derivaron entonces al rehabilitador, cuya cita tiene en 2021. Pero Sonia no pudo aguantar el dolor y acudió a las Urgencias, donde tras una exploración la mandaron a casa con una tendiditis músculo isquiotibial. Dos días después, fue a las Urgencias del Hospital de Cruces, donde le detectaron lumbalgia y le reprocharon el ir en plena pandemia.
El 9 de julio, tras mucha insistencia, su médico de cabecera le pidió una analítica y le dieron cita en Traumatología en un centro donde sí trataban lumbalgias. Cuatro días después, Sonia tuvo que llamar a su médico para pedirle los resultados. Este detectó una anemia grave y la derivó al hospital, donde quedó ingresada. Ya allí, le dieron el diagnóstico de lo que realmente tenía: cáncer de colon con metástasis.
El 13 de agosto falleció en el centro por complicaciones con su enfermedad a la edad de 48 años. Su hermana no sabe si de haber detectado antes el cáncer, Sonia estaría aún viva, pero reclama que “hay otras enfermedades y nos vamos a morir de ellas si no nos atienden” y denuncia el trato telefónico porque “no se puede apreciar el deterioro de las personas ni su sufrimiento”.