El móvil puede ser una herramienta de trabajo, pero también, una distracción constante. Por ello, en Francia se han puesto las pilas y ha prohibido los teléfonos en los centros educativos a los niños menores de 15 años. El pasado lunes 3 de septiembre, los 12 millones de estudiantes galos que comenzaron las clases no solo estrenaron libros, estuches y ropa, sino que también un nuevo comportamiento: dispositivos en casa, en las taquillas personales o con el profesor.
Una normativa que no es nueva, ya que los móviles estaban prohibidos en las aulas desde el año 2010, pero ahora, va más allá. Los estudiantes no podrán utilizarlos ni a la hora de comer ni en los descansos. Ni correos, ni Twitter, ni WhatsApp. Los jóvenes franceses tendrán que aprender a vivir sin estos dispositivos mientras que estén en el recinto escolar.
En España, en cambio, no existe ninguna normativa a nivel nacional, ya que la educación es competencia de las Comunidades Autónomas. Tan solo el Real Decreto de Derechos y Deberes de los Alumnos recoge la prohibición de cualquier comportamiento que altere el ritmo de la clase o moleste al resto de compañeros.
Por ello, comunidades autónomas como Castilla-La Mancha, Madrid o la Comunidad Valenciana han puesto en marcha medidas, en su mayoría restrictivas, para controlar el uso de los teléfonos móviles. En el resto del país, en cambio, son los propios centros educativos los que deciden si prohibir o no estos dispositivos. Una decisión que afecta a toda la comunidad educativa.
Educar sí, prohibir no
"Legislar desde la prohibición, sin dotar de otros medios a los centros escolares y a los propios menores en sí, no es una medida que vaya a cumplir los objetivos marcados”, afirma la representante de la Asociación Paideia de Pedagogos de Andalucía, María Esther Galicia. Desde su punto de vista, “prohibir sin dar herramienta a los niños no sirve de mucho, ya que no se evita el problema, simplemente se pone un cortafuegos”.
En la agrupación que representan apuestan, en cambio, por crear comunidad educativa y enseñar a utilizar este tipo de herramientas. Para ellos, consideran muy necesarios los programas y campañas dirigidos a los niños. “El medio debería ser una educación en valores completa, en la que se trabaje con los menores y con la familia”, puntualiza.
En la misma línea se manifiestan desde la Conferencia Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA). “(La norma francesa) no va a contribuir mucho a la labor de los niños”, señala su vicepresidente, Antonio Martín. En su opinión, no es necesario una normativa nacional, pero sí que cada centro tenga clara sus reglas. “Los padres tienen que ser conscientes que los teléfonos móviles tienen que tener un uso adecuado y, por ello, hay que educar a los niños en consecuencia”, afirma.
Martin aboga por despertar una conciencia real en las familias, en la que los padres y las madres sepan lo que supone tener el uso de este tipo de dispositivos. “Lo que hay que llevar es un control del uso que los niños hacen de los teléfonos móviles”, señala a Informativos Telecinco.
Amparar al profesor
En última instancia, son los profesores los que tienen que lidiar día a día con los teléfonos móviles en las aulas. Para muchos de ellos, la legislación es insuficiente y los deja desamparados. “En España es necesaria una regulación completa en el uso de los dispositivos tecnológicos”, afirma el presidente de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza, Nicolás Fernández. Eso sí, señalan que no están de acuerdo con la prohibición.
Según Fernández, el problema es mucho más profundo que móviles en las aulas sí o no, ya que estamos ante un problema global y que afecta a todos los niveles de la sociedad. En su opinión, hay momentos en los que los móviles sí que son buenos, en determinadas clases y espacios, y otros en los tan solo sirven como una distracción. Además, recalca la importancia de la educación. “La escuela debe ser un vehículo importante para educar en un buen uso”, señala.
La decisión, en el centro
Cada centro recoge en sus normas de convivencia si permite o no este tipo de dispositivo electrónico y la mayoría de ellos opta por la prohibición. Este es el caso del colegio El Cantizal del municipio de Las Rozas, en Madrid. A pesar de que en el centro es conocido por su apuesta por la tecnología en las aulas, los móviles están totalmente prohibidos.
Desde el centro señalan que este dispositivo genera grandes distracciones y que es el instrumento por excelencia para el acoso. “Puedes hacer fotos y subirlo a Instragram, una red social que muchos alumnos tienen aunque no cumplen la edad para ello”, señala el jefe de Estudios de secundaria, Francisco Ballester. A nivel educativo, El Cantizal promueve el uso de tabletas, las cuales son proporcionadas por el propio centro al alumnado.
En la misma línea se manifiestan desde el instituto Jorge Guillén de Torrox, Málaga, en donde los móviles han estado prohibidos “desde siempre”. La causa: un alumno grabó a un profesor y lo colgó en Internet. La jefa de Estudios del centro, Inmaculada Carrera, señala que la medida no es totalmente efectiva, ya que falta educación y una legislación clara.
“Tendrían que haber unas instrucciones más claras, que dejaran los pasos claros a la hora de actuar con el móvil. Hace falta algo más concreto para respaldar al profesor”, afirma, tras dejar claro lo difícil que es prohibir este tipo de dispositivos. “Lo más rápido es: ‘se quita el móvil’, pero ¿y ahora qué hacemos? ¿Vamos a ir con un detector?”, señala.
El gobierno trabaja en ello
Ante el debate que se ha generado en la calle, la ministra Isabel Celaá confirmó el pasado viernes 7 de septiembre que el Gobierno tiene previsto estudiar una regulación del uso de dispositivos móviles en las aulas. El Ejecutivo considera que hay “demasiados adolescentes muy adictos a la tecnología”, por lo que “hay que reflexionar sobre si el tiempo escolar debe estar libre de esa adicción”.
Más allá del debate, lo que está claro es que la adicción a este dispositivo es un problema global. “Todos estamos enganchados al móvil “, señala Carrera. Y las cifras le dan la razón. Según el Estudio de Comparación Online hacia el Ahorro Inteligente, publicado en febrero de 2018, tres de cuatro españoles afirma que no podría vivir sin él. Asimismo, el 28,3% de los ciudadanos se considera adicto. Unos números que muestran que la educación, en lo que respecta a los dispositivos móviles, es muy necesaria. Ya sea con ellos dentro o fuera de las aulas.