Los Mossos d'Esquadra han querido dar detalles de la exitosa investigación que terminó con el arresto y el ingreso en prisión de Brian Raimundo C.M., el joven de 21 años y de origen boliviano acusado de violar a una menor de 16 años durante la madrugada del pasado 1 de noviembre en la localidad barcelonesa de Igualada. El detenido fue echado de la casa familiar por su propia madre porque abusaba de su hermana de 7 años.
Los investigadores han analizado 155 cámaras de seguridad del punto de partida, la discoteca de donde salió la joven para ir a su casa, en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), tras estar de fiesta con unas amigas, y del polígono donde tuvo lugar la brutal agresión sexual.
Los agentes recopilaron las imágenes para realizar un exhaustivo seguimiento tanto de las personas como de los vehículos e identificar a los posibles sospechosos. Las cámaras registraron cómo el presunto autor de la agresión seguía a la joven y se iba acercando a ella, aunque el momento del asalto y de la violación no quedó grabado.
Pasados veinte minutos, hacia las 6:40 horas, el detenido volvió a aparecer captado por los sistemas de videovigilancia llevando una prenda colgada en el brazo que, según los Mossos, podría ser de la chica, a la que dejó tirada en el suelo, sustrayéndole el abrigo y hasta la ropa interior.
Además de las cámaras, para dar con el agresor ha resultado clave el altercado provocado por un grupo de once jóvenes la misma noche en Igualada: los chicos causaron daños a un coche cerca del polígono donde tuvo lugar la agresión. En las imágenes sí se observa cómo llega a su vivienda.
Con todos los indicios recogidos y ante las evidencias sobre el presunto autor de los hechos, los investigadores solicitaron a la autoridad judicial una entrada y registro en su domicilio. Allí hallaron todo lo que buscaban: la mochila que portaba el día de la violación, los pantalones, las zapatillas y la sudadera en la que, tras un minucioso estudio, encontraron ADN de la víctima.
El juez, que le envió a prisión provisional, le acusa del delito de agresión sexual y de tentativa de asesinato porque existen indicios "sólidos, suficientes y fundados" de los hechos, excluyendo la participación de otras personas.
El magistrado también subraya que si la menor no hubiese sido encontrada por un camionero y asistida "con celeridad y prontitud, el resultado no hubiera sido otro que su muerte".
Desde que comenzó la investigación, dos mujeres agentes de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de los Mossos, se encargan de acompañar a la víctima y a su familia, asesorarla, y activar los recursos necesarios para su recuperación.
Durante la planificación y organización del dispositivo de detención del presunto autor de los hechos, las dos agentes estuvieron con la víctima desde primera hora informándola de lo que estaba sucediendo, un seguimiento que se mantendrá hasta que se celebre el juicio.